Una de las ventajas de disfrutar de unos días de tranquilas vacaciones es que te permite parar un poco, salir del torrente del día a día y ver las cosas con un poco de tranquilidad y distancia. Esto siempre es bueno y así extraer alguna conclusión y entender por qué tenemos una crisis de consumo tan sangrante como la que tenemos, cómo hemos llegado hasta aquí y sobre todo cómo no hemos sido capaces de verlo y de ir por el camino buscando las soluciones. Una de las principales causas de que no hayamos visto el agujero en el que nos hemos metido es que el sector históricamente siempre ha tenido dientes de sierra más o menos pronunciados en cuanto a volumen de consumo y en cuanto a su durabilidad en el tiempo.
Estos vaivenes a los que nos tiene acostumbrados la estadística del Rioja han afectado por igual tanto al sector productor como al comercializador. Al gobierno de turno nunca, dado que él sólo quiere tener el vivero de votos tranquilo, véase éste último reparto de millones que han tranquilizado la piscina pero que no han solucionado nada para el año que viene y los venideros. Y por supuesto al Consejo Regulador tampoco le afecta porque ellos viven en una dimensión paralela en la que no existe ni el concepto responsabilidad ni se conjuga el verbo dimitir. A veces pienso que están entre nosotros pero que no son humanos… ahí lo dejo.
Los dientes de sierra siempre se han achacado a variables naturales como falta de uva por meteorología adversa o por problemas puntuales de comercialización. Como por ejemplo crisis vinculadas a problemas económicos generales que lastraban el consumo del vino, dado que conviene no olvidar que el vino es un producto de lujo. Estos altibajos son culpables de que no hayamos visto el portaaviones gigantesco que teníamos delante y que es la falta de consumo. Bueno, eso vosotros, que yo llevo años dando la matraca y luego resulta que soy el raro. Por todo ello, en los próximas columnas intentaremos ver y entender por qué estamos aquí y qué se puede hacer y no hacer para intentar levantar y reordenar este desaguisado, que como nos descuidemos se va llevar por delante a la mitad de la cuadrilla.