Y así, sin darnos cuenta, nos hemos plantado rematando mayo. En resumen, llevamos un año vitícola en el que no nos falta de nada. Un poco de helada, un poco de piedra y un poco de exceso de agua, para lo que es la viña. Bueno, esto va por barrios, que ya sabemos que nunca llueve a gusto de todos y en esta nuestra Denominación de 100 kilómetros lineales de punta a punta es difícil darle gusto a todo el mundo. En las semanas anteriores hemos ido hablando del desglose de medidas planteadas para intentar atajar los problemas que nos acechan y el resumen es que no hay medidas.
Pero no voy hablar más de esto, que mi amigo Rubén (…un saludo) dice que soy un pesado. Y quizás lo sea, visto el caso que se me hace, que es ninguno. Así que cambiemos el paso quejicoso de la columna para hablar de la única pata del sector que está haciendo algo por intentar mejorar la situación. Y esa parte no es otra que las bodegas comercializadoras; normal por otra parte, dado que les va el pan y su subsistencia en ello. Así con ello tenemos bodegas que han redoblado su esfuerzo exportador, dado que el mercado nacional está como está, es decir mal.
Y como otras veces hemos dicho el mercado patrio es marquista y baratero, 'asísemos'. Aunque también la exportación está tocada, dado que mercados típicamente consumidores de Rioja o no lo están pasando bien, por diferentes razones, como es el Reino Unido, o como en Alemania, el consumo percápita ha bajado y sobre todo el precio final de compra. En el fondo de todo siempre está el fantasma de la caída de consumo, que es en definitiva el verdadero problema y sobre el que poco o nada se está haciendo.
Volviendo a las bodegas se está tirando de ingenio, inversión (cuando se puede) y en muchos casos adaptaciones de nuestros Riojas al consumo y sobre todo al consumidor. Dentro siempre de lo que permite la norma. Por ello, tenemos inversiones en enoturismo muy necesarias por cierto y sobre todo adaptaciones como son potenciación de blancos y rosados de calidad, espumosos y vinos de graduaciones alcohólicas más ajustadas a la baja, como demandan los mercados. En definitiva adaptarse o morir.