La primera razón por la cual hay un relevo generacional en un trabajo, en un oficio o en una empresa es, sin duda, la rentabilidad; en un segundo lugar está el respeto y la creencia en lo que se hace. Sumemos a eso que en muchos casos la agricultura, y especialmente la viticultura de calidad, es casi una manera de entender la vida. Con este planteamiento inicial no debería haber ningún problema para que el mencionado relevo generacional se realizara sin más dificultad que la propia integración de los hijos e hijas en las correspondientes explotaciones.
Lamento comunicar que no es así y de hecho vamos camino de que un porcentaje importante de las explotaciones vitícolas tengan más que serias dificultades para dar continuidad a su desarrollo diario, dado que tristemente el campo riojano no tiene quien le quiera. Desde gobiernos regionales y centrales se han puesto diferentes medidas a lo largo de los años para facilitar dicho 'enganche' en las explotaciones, pero las cifras no son muy halagüeñas y la realidad es que el campo se va despoblando de jóvenes que envejecen y que no tienen quién recoja el testigo. También nosotros mismos tenemos parte de culpa, permitiendo quizás demasiado viticultor de fin de semana, más preocupado muchas veces de raspar alguna perra que por producir uvas de calidad y consistencia. Esta fórmula se agota; tranquilos, con los márgenes actuales no da para esto y mucho menos para que las viñas las lleven terceros al 70/30.
Algunos de los jubilados, siempre subidos a los tractores labrando y tratando mañana, tarde y madrugada las viñas, también nos sobran para facilitar la renovación y el relevo. En definitiva, al ritmo que va la cosa con los grandes haciéndose más grandes, las cooperativas rindiendo pleitesía para poder vaciarse y en el campo que parece que no se hiela del todo. Tenemos un panorama poco esperanzador y las medidas preventivas, correctivas y resolutivas siguen sin dar señales de vida, por lo que quizás debemos plantear y hablar no sólo del relevo generacional en el campo, sino del relevo de las cabezas pensantes que deben mover este barco en la dirección adecuada y que hasta ahora no han hecho nada reseñable.