Después de reconocer que tenemos un problema gordo, debido principalmente a que el sector lleva años ignorándolo y lapidando a quien hablaba de él, yo por ejemplo, daré mi receta para reconducir esta situación. Es mi receta, mi opinión y no gustará a todos, probablemente a nadie. Implica soluciones quirúrgicas para salvar lo máximo que se pueda, que no va ser todo, y soluciones estructurales para reconducir esta situación, que pinta a desastre.
Vayamos de abajo hacia arriba: 
El agro: debe producir menos ya esta campaña. Deberíamos haber intervenido en la poda, pero eso ya da igual. Hagamos, pues, una vendimia en verde de parcelas jóvenes de tempranillo.  Y un proceso de transformación de tintas a blancas y un arranque, pero no como eliminación de parcelas a tutiplén, sino como mensaje al mercado. 
Las cooperativas: deben eliminar los vinos de mesa que se recogen. No busco culpables, doy soluciones. Ese vino de mesa contamina la comercialización del vino de la DOCa. Eliminemos además los vinos de prensa; son alrededor del 12% del rendimiento amparado. Y destilar.
Las bodegas: deben eliminar los prensas, redoblar esfuerzos en seleccionar vinos a eliminar que nos adelgacen y amolden oferta y demanda, es decir, destilar. Y hacer examen de conciencia para saber qué vinos demanda el mercado y empezar a producirlos. Debemos amoldarnos a lo nuevo no perdiendo o perdiendo lo menos posible de lo viejo. 
El Consejo Regulador: debe replantearse su sistema de gestión, dado que no funciona, visto dónde estamos. Debemos generar en el Consejo un debate rápido y sensato de cómo dirigir la DO. Y modificar si es necesario sus estatutos y plantearnos si interesa o no abrirnos a otros mercado con otros formatos (latas, BIB, etc.). En definitiva, herramientas para poner en marcha lo hasta expuesto, poner menos trabas y cristalizar la opaca gestión que demasiadas veces realiza. 
El Gobierno: debe agilizar, facilitar y ayudar con un plan a corto, medio y largo plazo, consensuado con todos y consciente de que el sector vitícola no es el único con problemas. Un plan hecho con orden, criterio, números reales y no a golpe de presión periodística.