El casco antiguo encierra las esencias de Logroño y trata de encarar el futuro sin perder su identidad. Es una parte de la ciudad con una personalidad heterogénea, con problemas e inquietudes muy particulares y que tiene en la Asociación de Vecinos Centro Histórico, una de las más veteranas, una voz para expresarse. Desde su sede, se trasladan reivindicaciones a quien corresponda y se apoya a colectivos desfavorecidos y de tercera edad, aunque la pandemia golpeó duro a su dinámica diaria como punto de reunión de los más mayores. Pese a ello, la asociación se rearmó y lo mismo promueve clases de baile que talleres de vestimenta de época para desfilar en San Bernabé u organiza las fiestas del barrio, que desde hace una década se celebran en noviembre como una recreación del auto de fe de 1610 que llevó a la hoguera a las brujas de Zugarramurdi.
El centro histórico es el corazón de toda ciudad. ¿Cómo late el de Logroño?
Desde la asociación recogemos toda la problemática vecinal y comercial y en los últimos años una de la grandes reivindicaciones es el transporte público en el casco antiguo, porque hay un solo autobús y en una sola dirección. Ha sido la demanda más votada durante tres años en el presupuesto participativo (del Ayuntamiento) y que los distintos equipos de Gobierno no han solucionado. Seguiremos reclamándolo, porque todo el mundo entenderá que una persona de setenta u ochenta años que quiera trasladarse al hospital San Pedro o a cualquier otro lugar desde la calle Norte o desde Ruavieja, por ejemplo, se ve obligada a ir a andando hasta prácticamente Gran Vía para coger el autobús.
La seguridad ciudadana es una demanda recurrente en muchos barrios ¿También en el casco antiguo?
Desde hace años tenemos motivos sobrados para denunciar la inseguridad que hay, muchas veces provocada los jueves, con las fiestas de los universitarios, los vienes y principalmente los sábados. Es algo que va más allá de que haya una pelea o una agresión. La seguridad es también poder salir un día de tu casa a las tres de la mañana con el coche y no encontrarte los bolardos o con un grupo de personas que no te dejan pasar o que golpean a los vehículos.
¿Y tiene la sensación de que la inseguridad en la zona va a más?
No creo que vaya a mucho más, aunque hay quien dice que sí. Logroño se ha convertido en un lugar muy visitado, por el tan manido tema de las despedidas de soltero. Yo, que trabajo en el mercado, cuando llego los sábados por la mañana me encuentro con zonas muy degradadas.
Otro asunto que está sobre la mesa es el ruido y la exigencia de los vecinos de su derecho al descanso y a la tranquilidad ¿Qué alcance tiene el problema en el casco antiguo?
Tenemos un problema horroroso. Todo el mundo debe entender que en el centro histórico vive gente mayor o vecinos con niños pequeñitos y que tiene el derecho constitucional de llegar a sus casas y estar tranquilos o poder dormir. El casco antiguo es la zona donde la gente viene a disfrutar y a pasárselo bien, pero también hay que entender que las familias necesitan el descanso. Esa ha sido una de las mayores demandas que se han hecho al Ayuntamiento de Logroño en las últimas legislaturas para que haga algo.
¿Y qué le plantean al Ayuntamiento para solventarlo?
Hace año y pico, desde la asociación, junto con vecinos de las nuevas viviendas de la calle Sagasta, hablamos con la anterior Corporación y le planteamos la problemática y les dimos unas pautas. Una de ellas era la vigilancia en el casco antiguo, que no significa llenar el barrio de policías. Un coche patrulla parado desde las once de la noche hasta las tres de la madrugada en la confluencia de las calles Sagasta y Portales, con dos policías cruzados de brazos es suficiente para que a los chavales que salen se les bajen los humos. Si hay vecinos a quienes alguien pueda estar fastidiando o un problema entre dos cuadrillas, en cuanto ven a la policía todo se apacigua; es lo único que pedimos, una patrulla de policía durante esas cuatro horas los jueves, viernes y sábados, que es cuando hay jaleo.
El casco antiguo es una zona con mucha actividad hostelera durante el fin de semana. ¿Cómo se concilia eso con la ausencia de ruidos?
Lo que exigen los vecinos desde hace muchos años es que se cumpla la legislación. No estamos en contra de la hostelería, ni muchísimo menos, porque todos tenemos que compartir tiempo y espacio, pero lo que se exige es que si se han establecido unas reglas, se cumplan. Por ejemplo, si los bares al uso tienen que cerrar a las once o las doce de la noche, pues que se cierren a esa hora. En la calle Laurel no hay ningún problema con los vecinos, porque todos sabemos cómo funciona y ya está. Pero hay otro tipo de hostelería que cierra más tarde y que provoca problemas. Hay establecimientos que tienen licencia para abrir hasta las tres de la madrugada y lo que pedimos es que se cumpla la normativa y cierren a esa hora.
¿Y hay muchos que no lo cumplen?
El problema radica en que algunos cierran a las tres de la mañana la verja, pero con gente en el interior, y la vuelven a abrir a las cuatro o las cinco para que salga. Otros cierran a las tres, pero a las tres y media o las cuatro sacan las botellas vacías y las arrastran por el suelo hasta los contenedores donde las tiran. Para una familia o un vecino que hasta las tres de la mañana no ha podido dormir y que cuando piensa que podrá descansar se encuentra con que a las tres y media empiezan a tirar las botellas o la basura, que los chavales siguen haciendo ruido o que a las cinco o las seis llega el camión de recogida de vidrio, es un sinvivir.
¿Y quién debe tome cartas en el asunto?
Hay que hacer algo entre todos. Que el Ayuntamiento haga cumplir la ley y que la gente joven haga el esfuerzo de entender que estamos encantados de que tanto ellos como los que somos más mayores lo pasemos bien, pero que eso no implique fastidiar a los vecinos del barrio. Si para lograr esa sintonía todos ponemos lo mejor de nuestro lado, el problema se irá desinflando.
¿Qué más cuestiones reivindican?
La limpieza de las calles. Es cierto que durante el año hay unas fechas en las que se limpia todo el casco antiguo, pero hay zonas que necesitan mayor atención por la propia situación del fin de semana, cuando la gente viene más y se tiran botellas y cristales. Necesitamos un cariño especial por parte del Ayuntamiento y el servicio de limpieza, porque aquí no basta, como en otras zonas, con pasar la máquina y ya está, sino que se requiere un baldeo para que el barrio esté bonito y luzca todos los días como merece.
¿Es necesaria más vivienda en la zona para revertir la pérdida de población y atraer nuevos vecinos?
El centro histórico de Logroño es una zona muy complicada (para la construcción de viviendas). Hace años se pusieron en marcha los PERI (planes especiales de reforma interior), porque es muy difícil edificar en un solo edificio. Aquí hay muchos inmuebles muy pequeños que no permitirían prácticamente ni excavar para hacer unos garajes ni colocar una grúa. Con el PERI, se cogían cuatro, cinco, seis u ocho casas alrededor y cuando estaban ya todas vacías se tiraban y en su lugar se levantaban otras nuevas con el número de viviendas que establece cada plan, como por ejemplo los de Mercaderes o Herrerías. Pero es complicado que el Ayuntamiento o una empresa vaya rescatando tantos edificios. Es una labor ardua, que además se puede complicar por los restos que puedan al salir al hacer excavaciones. Pero desde hace años cada equipo de Gobierno del Ayuntamiento va haciendo cosas y hay ya zonas que creo que están muy bien.
Los constructores se quejan de que la normativa logroñesa de rehabilitación es muy restrictiva, por ejemplo a la hora de autorizar ascensores en inmuebles antiguos. ¿Tienen los vecinos esa misma sensación?
No lo sé; desconozco esa normativa, pero está claro que en Logroño no es fácil construir. En una de las últimas edificaciones que se hicieron en la zona, en la confluencia de la Calle Mayor con Cofradía del Pez, me consta que tuvieron serios problemas y muchos retrasos para poder llevar a cabo las viviendas. La dinámica burocrática frena las cosas, aunque también da garantías de que todo se haga bien.
¿Habría que construir aparcamientos en la zona?
En su día se habló de hacer algún aparcamiento el altura, porque hacer uno subterráneo en el casco antiguo es muy difícil;pero creo que tampoco es la solución. Por eso, repito, una de las principales demandas en la zona es tener un transporte público que funcione para moverse a cualquier barrio. Nadie entendería que en Zaragoza los autobuses no llegasen al Paseo de la Independencia o al Pilar. Estamos muy desasistidos en transporte público. Si mañana vienen a Riojaforum 800 personas a una reunión y quieren ir a la calle Laurel, no tienen posibilidad de ir en transporte público. Es la gran demanda del casco antiguo.
Un tema candente es la proliferación de apartamentos turísticos, que no siempre son bien recibidos por los vecinos. ¿Habría que poner coto a nuevas licencias?
Oigo de todo, gente contenta con los pisos turísticos, porque ha habido edificios del casco antiguo muy degradados que se han arreglado aunque hayan sido para estos establecimientos. Y por otro lado hay vecinos que los tienen cerca y despotrican si una noche una cuadrilla de chavales hace ruido en una despedida de soltero. Las opiniones van en un sentido u otro según lo que te toque. Nosotros ni protestamos ni lo aplaudimos, es algo que está pasando en todas las ciudades. Sí exigimos que los pisos turísticos cumplan las normas y que a la gente que viene se le exija responsabilidades si no lo hace.
¿Se ha notado la apertura del Centro de la Cultura del Rioja como elemento dinamizador en el barrio?
Hemos tenido noticias de algunos eventos, pero creo que son más bien actos minoritarios. No es significativo para el casco antiguo ver a treinta o cuarenta personas que van al Centro de la Cultura del Rioja. Quizás notaríamos más que se ponga en marcha el Mercado de Abastos, donde tenemos un montón de metros cuadrados en la primera y segunda planta, y de momento las obras están en compás de espera.
Usted conoce bien ese edificio, porque ejerce como comerciante en el Mercado. ¿Qué problema hay para que la obra de reforma esté parada?
A priori, la obra se tiene que entregar en marzo y esperamos que pueda ser así. Y que una vez finalizada, se pueda poner en marcha algo que convierta al Mercado en un motor de todo el centro histórico. Es el gran supermercado de todos los vecinos, de todo Logroño y de mucha gente que nos visita, de pueblos riojanos, de Rioja Alavesa y de la ribera navarra. Estamos en un enclave muy bonito entre la calle Laurel, la Concatedral y el Espolón que le puede dar mucha vida al centro histórico y hacer que más gente visite Logroño.
Una vez que finalice la obra, ¿qué uso se les dará a los espacios no comerciales?
De momento lo desconocemos. Como comerciantes nos preocupamos de nuestro espacio, que es la planta baja. Me consta que el Ayuntamiento baraja varias posibilidades para las plantas superiores.
Es de suponer que con la reforma el Mercado de Abastos resurja con fuerzas renovadas, pero en el casco antiguo hay un reguero de comercios que cierran y si se reabren lo hacen como bares o restaurantes. ¿Es preocupante o hay que verlo como el signo de los tiempos?
Nos preocupa sobremanera, no ya solo en el centro histórico, sino que es un problema de todas las zonas que se peatonalizan, que en vez de ser zonas agradables de comercio se convierten en zonas de hostelería. No tenemos nada en contra de la hostelería, pero se concentra mucho en algunos puntos, como Bretón de los Herreros o María Teresa Gil de Gárate, y acaba provocando problemas. Lo bueno es que convivan comercio y hostelería, porque si una zona se peatonaliza y se convierte todo en hostelería acaba generando los mismos problemas que tenemos en el casco antiguo.
¿Qué les parece la nueva propuesta del Ayuntamiento para reurbanizar la calle Sagasta?
Nos parece correcta. Nosotros protestamos en la legislatura pasada cuando se anunció que la calle Sagasta iba a ser sin sentido (sin tráfico) o de sentido único. El casco antiguo solo tiene una calle sin peatonalizar, que es Sagasta; es la arteria que nos da vida y antes era una vía preferente en Logroño por donde pasaban 15.000 vehículos diarios. Con los años ha ido perdiendo tráfico por los nuevos puentes y otras vías de acceso, pero nos preocupaba porque para los vecinos de los barrios de San Antonio, El Campillo o Ciudad de Santiago la calle Sagasta es su entrada a la ciudad. Al final, Pablo Hermoso de Mendoza nos dijo que no nos preocupásemos porque el proyecto saldría con doble sentido. Ahora, Conrado Escobar mantiene eso, con lo cual no tenemos queja.
¿Y cómo ve que en vez de plataforma única para toda la calle se haga en algunos tramos?
No somos técnicos y no lo vamos a criticar; veremos cómo queda. Lo que hemos planteado desde hace años, sin éxito, es pavimentar las entradas a las calles, donde están los giros de rueda de los camiones y coches, con hormigón impreso, que dura más y en mejores condiciones que los adoquines y es más barato.
El proyecto de la sede de la empresa tecnológica Bosonit en la calle Marqués de San Nicolás ha generado mucha controversia. ¿Qué le parece el edificio que se plantea?
Hay una doble lectura. Hay una parte de vecinos, yo entre ellos, que está muy de acuerdo, porque es una oportunidad única para meter una empresa en el centro histórico, que más allá de que pueda dar cientos de puestos de trabajo, provocaría la revitalización de toda la zona, porque vendría gente joven y podría haber una tienda, una papelería, un establecimiento de comida rápida...Podríamos discutir si tiene que tener más altura o menos, pero me parece una apuesta positiva. Además es una empresa riojana que quiere apostar por el centro de Logroño, cuando hay otras que se marchan. También hay gente que se opone, porque dice que se rompe la estética y el skyline de Logroño.
La calle Laurel es un icono de Logroño. ¿Hay que potenciarla más o es mejor dejarla como está?
No veo que haya que potenciarla más o menos, porque tanto la Asociación de Vecinos de la Calle Laurel, que engloba a todas las aledañas, como la Asociación de Hosteleros ya lo hacen. Desde hace años trabajan mucho y bien y hay buena sintonía con ellos. Por ejemplo, a veces organizan conciertos en la calle y nosotros pactamos con ellos que no serán ni a las once de la noche ni a las dos de la madrugada. Esa es una hostelería agradable porque hacen cosas agradables para todos. Es como las fiestas de las brujas de Zugarramurdi que organizamos nosotros, que son por la mañana, tarde y hasta las diez de la noche como mucho y la gente disfruta y puede descansar.
Una de las apuestas culturales del actual equipo de Gobierno municipal es el proyecto 1521, en torno a la historia de Logroño. ¿Lo ve como un posible revulsivo para dinamizar el casco antiguo?
Soy miembro de la Guardia de Santiago, participamos todos los años en San Bernabé vestidos de época y creo que todo lo que se haga será positivo. Las ciudades dinámicas y que buscan cosas nuevas y agradables consiguen éxitos.