La crisis lleva al campo a mirar el arranque como ineludible

Feli Agutín
-

El objetivo es ajustar oferta y demanda, lo que obligaría a recortar uno 80 millones de kilos, pero hay que estudiar qué se elimina, cómo se ejecuta y la compensación al productor

Un viticultor trabaja en una viña. - Foto: Óscar Salazar

Las organizaciones profesionales agrarias UAGR-Coag, ARAG-Asaja y UPA Rioja realizarán hoy a las 10 de la mañana el primer acto de denuncia por incumplimiento de la Ley de la Cadena Agroalimentaria, una actuación que no han desvelado. «Si te están pagando a 50 céntimos el kilo de uva y los costes de producción, según la Consejería de Agricultura, se elevan a 80, estás palmando miserablemente», crítica gráficamente Néstor Alcolea, secretario general de UPA.

Con la campaña en sus primeros compases-la vendimia sigue prácticamente confinada en Rioja Baja-, la caída, o al menos la no recuperación de las ventas, no hace sino incidir en la crisis de un sector que se ve abocado a tomar decisiones de carácter estructural. El arranque de masa vegetal -hasta hace no mucho tiempo rechazado de plano- se abre paso en el sector productor para lograr el equilibrio y salvaguardar el patrimonio vitícola riojano. Teniendo en cuenta que hay en bodega un sobrante de unos 150 millones de litros,  que las ventas de vino rondan los 230/240 millones al año, habrá que recortar la producción -grosso modo- alrededor de 80 millones de kilos respecto a los 380 millones de la pasada campaña para alcanzar ese ansiado equilibrio.

La compleja situación que atraviesa el sector afecta particularmente a las cooperativas, que sobrellevan la situación como pueden y, aunque la angustia no es general, sí hay algunas que, por su estructura, están  «sufriendo mucho».  «Tienen mucho vino sin vender de la pasada campaña y escasas perspectivas para la presente», señala Julián García Plisson, gerente de las cooperativas de La Rioja (Fecoar), que constata «la imposibilidad de vender todo lo que producimos», fruto de una masa vegetal que, «por mucho que queramos ir atrasando o no viendo la realidad, no se corresponde con lo que somos capaces de vender».

Considera que las soluciones adoptadas, vendimia en verde, destilación y la bajada de rendimientos, son medidas puntuales  con un impacto concreto, pero  que no resuelven la ecuación.  

«La alivian, pero en este caso da la sensación de que estas medidas están dilatando el problemas», considera el gerente de Fecoar, que apuesta por crear una mesa para estudiar la masa vegetal, que se llevará a cabo en el seno del Consejo Regulador, una vez concluida la vendimia.

Apunta que el potencial productivo es un asunto que se está abordando a través de grupos de alto nivel, en los que participan España, Italia yFrancia, país que «tiene muy claro» la necesidad de acometer arranques, y ya ha lanzado una propuesta con las hectáreas qué quiere arrancar, cómo lo quiere ejecutar y la subvención que está dispuesta a aportar.

Al respecto, el representante de las cooperativas razona que son mecanismos que hay que ir estudiando,  si son factibles «para reinventarnos y reestructurar el sector» porque  «la decisión la tenemos nosotros, o nos sentamos a hablarlo o lo dejamos pasar, con los destrozos que está causando y con la amenaza de dejar a gente en el camino».

García Plisson apunta que se debaten  diversas maneras de llevar a cabo esta reducción de masa vegetal, como una reestructuración en diferido, esto es arrancar las viñas pero manteniendo los derechos de plantación para poder volver a hincar en función de la evolución del mercado,  «percibiendo una subvención por pérdida de renta», o la sustitución de la viña por otros cultivos.

«Hay que verlo bien, con cuidado, y habrá que saber si contamos con el apoyo de la Administración»,  señala el gerente de Fecoar, que reconoce la «complicación» de que supere los filtros del Ministerio y de las instituciones europeas. «El sector debe defender una posición conjunta o de lo contrario no va a funcionar», constata García Plisson, que señala que desde la federación serán proactivos, buscarán el apoyo público, «que es indispensable» en el camino en la búsqueda de opciones para «reconstruirnos y buscar fórmulas, como uniones de cooperativas, para lograr sobrevivir y ser más competitivos».

Claramente, arranque. Igor Fonseca, secretario general de ARAG-Asaja, coincide en que es crucial alcanzar el equilibrio y afirma que «hay que hablar claramente» de arranque de viñedo, «pero con datos sobre la mesa, edades de viñedo, de los viticultores», o qué tipo de viñedo interesa potenciar y conservar y qué variedades . «Es un pool de cosas que no se puede simplificar», señala el responsable de Asaja, que recuerda que en los últimos años se han tomado decisiones para reducir rendimientos, «una situación que no se puede dilatar» porque los costes de producción siguen subiendo y la rentabilidad de los viticultores no hace sino decrecer. No desdeña la conversión de la viña en otros cultivos, propuestas que ya se están debatiendo en Europa, junto, entre otras, el arranque en diferido.

Fonseca plantea además otra serie de propuestas, como reforzar la calidad, apostar  por la diferenciación, al igual que lo que se ha venido realizando en los últimos ejercicios, con las etiquetas de viñedo singular, de zona o municipio. Opina que hay que trabajar en nuevos productos, como vinos «más frescos» o de baja graduación», nuevos formatos o envases más atractivos para el público, e incidir en la promoción. «Si el consumo de vino es cada vez menor y el pastel es más pequeño, en Rioja tendremos que hacer más esfuerzos para llevarnos la misma porción que nos correspondía hasta ahora», reflexiona.

La Unión de Agricultores se muestra más cauta en sus reflexiones y argumenta que a lo largo de los años se han tomado decisiones en la Interprofesional y en el Consejo Regulador que han abocado a la actual crisis de exceso de existencias en la DOCa Rioja. 

Por eso, el sindicato entiende que, además de hablar de la «regulación de la masa vegetal» de la Denominación, hay que eliminar todas las cuestiones que contribuyen al desequilibrio, como la generación de vino de mesa, la insuficiente reducción de la transformación uva/vino en bodega, o la bolsa de plantaciones aún pendientes de adjudicar, cuestiones apoyadas de forma continuada por los grupos mayoritarios.

«Los agricultores estamos como una avispa en un bote», afirma de manera muy descriptiva Néstor Alcolea, que asegura con contundencia que es una cuestión de cantidad:  «hay que ajustar oferta y demanda;vendemos unos 230 millones de litros anuales y tenemos un potencial productivo para más de 300 millones».

Argumenta que la bajada de rendimientos y la cosecha en verde ayudan «año a año» a bajar ese potencial, como sucederá esta campaña, «pero aún así no salen las cuentas y la cosecha en verde no se puede prolongar de manera infinita». Sobre estos presupuestos, reflexiona «que no hay otra opción, aunque a nadie nos gusta ni es agradable», que acometer el arranque. Al respecto, afirma que hay agricultores dispuestos a deshacerse de la viña, bien para renunciar al campo, bien para centrarse en otros cultivos,  «a los que hay que dar una salida lo más económicamente sostenible posible».

Y es que, asegura, el año se presenta «horroroso» y a pesar de las 6.000 hectáreas de la cosecha en verde, hay viticultores que no tienen bodega, con los precios «claramente por debajo» de los costes de producción, con bodegas que se están aprovechando de esta situación. «Hay bodegas que deberían estar abiertas y no abren y es otra manera de presionar y tensionar la situación y están pagando muy por debajo de los costes», asegura Alcolea.