A unos 60 días más o menos de generalizar una vendimia que se antoja temprana, creo que es momento de analizar el estado mental en el que se encuentran los actores de la Denominación, así que hoy hablaremos del primario, el agro. En una breve reseña histórica, comentar que hace no demasiados años ser agricultor con viñas o vititicultor en la DOCa era casi un estatus social. La viña y lo que rodea a esta era un hervidero y generaba puestos de trabajo estables, compra venta de fincas, derechos, tractores y pisos a Samaniego. En definitiva, un sector vivo y rentable que además reinvertía sus beneficios en la Comunidad; negocio redondo para todos.
El agro siempre ha sido consciente de su situación de debilidad hacia el paso siguiente, que son las bodegas, dado que vende algo con fecha de caducidad; las uvas en el campo aguantan lo que aguantan. Pero el pasar de los años estableció una especie de equilibrio, de norma no escrita, que ha permitido seguir con el negocio de una manera en la que una vez ganaba la bodega y otra el agricultor. Ahora bien, este equilibrio se ha roto por un pequeño detalle, que es la falta de consumo de vino a nivel mundial. Y ahora, estamos aquí con un marrón importante que intentamos paliar con una vendimia en verde que va a solucionar entre poco y nada. Quizás va aliviar este año un poco el escozor de la bofetada que nos estamos dando, pero no va solucionar nada del problema de fondo y esto es así, le pene a quién le pene. Además conviene no olvidar que los recursos económicos para este menester son finitos.
El campo riojano y el del resto de la Denominación debe producir menos, como ocurre con cualquier sector que se contrae comercialmente. Cuanto más tarde en hacerlo, mayor será el daño. Debemos ser capaces de eliminar o transformar de forma consensuada una serie de explotaciones que nos permitan enderezar el binomio consumo-producción. Y con ello, mantener unos precios de venta de uva dignos para quien los produce.
Lamento comunicar que los antiguos tiempos no van a volver y el agro debe comenzar su transformación para amoldarse a los nuevos, tiempos, como siempre ha hecho.