Larrea echa el cerrojo

Laura Merino
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La popular ferretería logroñesa de la calle Muro de Cervantes 2 se une a la lista de comercios históricos que no encuentran relevo y cesa en su actividad después de 70 años de servicio

Exterior de la ferretería Larrea, con el letrero de una inmobiliaria y su escaparate ya vacío - Foto: Carlos Caperos

En pleno centro de Logroño, no es de extrañar ver cómo con el paso del tiempo distintos negocios locales 'de toda la vida' van cerrando y desapareciendo tras décadas y décadas de trabajo. De hecho, cada vez es más habitual ver recintos vacíos y persianas bajadas,  debido a factores como el encarecimiento de los alquileres, la falta de relevo generacional o el insuficiente apoyo a los comercios locales, lo que dificulta todavía más la supervivencia de estos establecimientos, donde antes había tiendas que daban vida a los barrios y a las calles de la ciudad. 

Ahora, la ferretería Larrea, tras  casi 70 años de historia, ha decidido poner punto y final a su comercio situado en la céntrica calle Muro de Cervantes, en el bajo número 2, cuya desaparición no solo deja un vacío en los escaparates, sino que también afecta a la vida cotidiana de los vecinos que acudían en busca de herramientas, menaje de cocina, bricolaje y otras muchas soluciones prácticas, así como un trato cercano y experto que a veces solo un negocio de proximidad puede ofrecer. 

Desde que en 1955 la quincallería se lanzó a abrir sus puertas al público ha formado parte de un tejido comercial en el centro de la capital riojana y ha sido un punto de referencia para muchas generaciones de la población. Sin embargo, como todos los pequeños negocios ha tenido que hacer frente y adaptarse al cambio en el mercado donde las grandes superficies y el auge del comercio online transformaron los hábitos de consumo. La comodidad de comprar desde casa con tan solo un clic o precios más económicos han hecho que muchos de los consumidores opten por alternativas que, aunque pueden resultar más prácticas, también han afectado negativamente a los comercios locales. 

Otros casos. Larrea solo es uno de los ejemplos más recientes de esta realidad, pero son muchas las ferreterías que han vivido una historia similar como La Inglesa. Esta centenaria quincallería fue la más antigua de Logroño al abrir en 1912, pasó por distintos propietarios y cerró sus puertas en 2013.  Actualmente se sitúa en Portales, y está con la verja echada y a la espera de un futuro negocio.