Siguiendo con el enero técnico, hoy barricas de 225 litros de capacidad. De otros formatos y tamaños hablaremos la semana que viene. La normativa de esta nuestra amada Denominación especifica el tipo de madera en la que se puede criar (envejecer) nuestros vinos, así como el tamaño de las contenedores, o sea de las barricas. En cuanto al tipo y origen de las barricas diremos que estas son siempre de roble ahora bien, pueden ser de roble americano (Quercus Alba) o de roble francés (Quercus Séssilis) existen también otros robles europeos, rumanos… pero su comportamiento enológico es parecido al francés por lo que permitirme que lo incluya en ese grupo. Lógicamente el origen del roble USA es EEUU y del roble francés, Francia.
Existen, como podemos imaginar, un comportamiento enológico diferente de los diferentes robles para con el vino, dado que aunque sean de mismo género (Quercus) su forma de actuar y reaccionar con este es muy diferente. Esto es debido a que sus características botánicas son distintas; principalmente la disposición de los haces vasculares, la tanicidad y aromas que van a aportar al vino.
A todo lo anterior visto sobre el tipo de roble y su origen añadiremos ahora un bonito concepto y que es el tostado, es decir, el tostado a fuego que llevan interiormente las barricas y que es la parte que está en contacto directamente con el vino. Éste modula de una manera clara y poderosa la carga aromática y sápida (de sabor) que va adquiriendo el vino durante el proceso de crianza. El tostado de la barrica viene marcado por conceptos bien definidos, como son el tiempo de contacto de la madera con la llama, la intensidad de dicha llama y su temperatura; lo que genera tipos de compuesto diferentes que se comportan deferente manera en cada tipo de vino.
Con esta tría de conceptos, tipo de madera, origen dentro del país y tostado, las variables generadas en cuanto a los compuesto que recibe el vino es casi, casi infinita. En definitiva, es más fácil acertar una quiniela que elegir bien el tipo de barrica.