La Unidad de Acción Rural (UAR), el grupo de élite de la Guardia Civil para la lucha contra el terrorismo y otras misiones de alto riesgo, con sede en Logroño, tiene desde hace poco más de un mes nuevo jefe. El coronel Francisco Javier Molano llega la UAR con el propósito de mantener el prestigio que se ha fraguado la unidad y completar el Polígono de Experiencias de Fuerzas Especiales (PEFE), el escenario en el que lleva su actividad formativa el Centro de Adiestramientos Especiales (CAE), una de las dos patas de la UAR junto al Grupo de Acción Rápida (GAR), en el que pasó cuatro años y con el que tomó contacto hace 30 años en Logroño, recién salido de la academia. Molano iba para militar, como su padre, pero la vocación le recondujo en segundo año de carrera hacia la Guardia Civil, cuerpo en el que ingresó en 1988. Francisco Javier Molano (Cáceres, 1968) ha sido, además, jefe de Tráfico en Galicia y Castilla y León, miembro de la UCO y ha participado en misiones internacionales.
¿Ha estado en diferentes destinos y misiones. ¿Dirigir la UAR tiene alguna significación especial?
Sí, porque en julio de 1991 llegué a Logroño, a esta unidad y a este edificio, con 23 años a presentarme al teniente coronel Goizueta, que mandaba entonces el GAR, porque todavía no existía la UAR, que se creó en 1998. Yo había hecho el curso de adiestramientos especiales en el CAE, en Madrid. Volver a Logroño es volver al origen, mi primer destino, mi primera ilusión y mis primeras incertidumbres.
¿Cómo recuerda aquel primer contacto con el GAR, en una época dura del terrorismo de ETA?
Lo que menos miedo me daba era enfrentarme a un ambiente de terror; mis preocupaciones eran más bien qué ambiente encontraría, dónde iba a dormir; aquí me dieron la mochila, el chaleco y el fusil y el teniente coronel Goizueta me mandó al País Vasco. Son recuerdos de ilusión, de juventud y de encontrarte con gente con ganas de darlo todo; aquí hay compañeros con los que coincidí en el 91. Es reencontrarme con ese teniente recién salido, que descubre una unidad maravillosa con gente excepcional, porque la gente que llega a la UAR viene a asumir peligros y a sacrificarse para dar un servicio a los demás.
La UAR nació como respuesta al terrorismo de ETA. Hace ya casi tres años que la banda desapareció. ¿Cuál es ahora el objetivo?
Ya hubo un cese del terrorismo etarra en 2011 y hace tres años fue la autodisolución de manera formal, que confirmaba algo que ya habíamos dicho, entre otras cosas porque ETA no tenía capacidad militar. No es que quisiera disolverse, sino que no le quedaba más remedio. Hasta ese fin de ETA, nuestros objetivos estaban muy centrados sobre cuál era nuestra misión, nuestro adversario y en qué escenario nos teníamos que mover: principalmente las tres provincias vascas y Navarra. Ahora, afortunadamente no existe el terrorismo etarra. Los objetivos han cambiado, pero seguimos siendo una unidad antiterrorista, porque sabemos luchar contra ello, tenemos la práctica, las técnicas y los procedimientos. El terrorismo yihadista empezó a hacerse notar cuando aún existía ETA y ahora ocupa un lugar predominante en el mundo. Y nosotros somos responsables de neutralizar las operaciones yihadistas o de cualquier otro tipo de terrorismo, además de otras misiones de alto riesgo, como la delincuencia organizada y el narcotráfico. No nos falta trabajo.
¿El yihadismo es aún más peligroso que ETA?
Es distinto. El terrorismo vasco estaba más centrado, en territorio, en personas y en procedimientos. El yihadista es más incierto, más imprevisible. El terrorista vasco tendía a huir, y el yihadista difícilmente huye, va a su objetivo, mata y muere, no tiene prevista la huida. Sus objetivos son los infieles en cualquier lugar del mundo utilizando las armas de que disponga y sin límites; eso hace que sea más complicada la prevención y la detención, porque el terrorista está dispuesto a morir matando, puede tener trampeado todo el edificio y no tiene límites. Es un terrorismo asimétrico, que normalmente no tiene un grupo definido, lo hay en muchos sitios, no es tan sofisticado, pero produce más terror. Es un terrorismo latente, que no digo que haya venido para quedarse, pero con el que vamos a tener que convivir mucho tiempo.
Los sondeos dicen que el terrorismo no es la primera preocupación ciudadana. ¿Tiene la Guardia Civil esa sensación de menor peligro?
En España estamos en un nivel de alerta 4, lo que nos obliga a estar permanentemente en alerta. Está claro que estamos en una situación distinta a la que había con el terrorismo etarra, en la que el nivel teórico y de procedimientos y de prevención era mucho mayor. Ahora seguimos tomando medidas de precaución, pero el hecho de que se distancien las actuaciones terroristas puede llevar a pensar que no existe o que la probabilidad es menor; dar lugar a que nos relajemos. Internamente, mantenemos esa tensión necesaria, porque este tipo de terrorismo va a aparecer en cualquier lugar. Hay que desechar un escenario en el que podamos estar tranquilos porque haya desaparecido el terrorismo etarra.
En su día, la sede de la UAR se ubicó en Logroño por la cercanía al País Vasco. Desaparecida ETA, ¿podría reconsiderarse su ubicación?
Eso no se cuestiona en absoluto. Primero, porque lleva muchos años, segundo, porque estamos bien aquí, hay mucha gente asentada y La Rioja y Logroño nos quieren. Nadie se plantea cambiar de ubicación; todo lo contrario, estamos creciendo y un símbolo de ello es el Polígono de Experiencias de Fuerzas Especiales (PEFE), en el que todavía nos queda mucho por construir.
Sin la amenaza etarra, ¿las misiones internacionales cobran peso?
Sí. En un mundo globalizado, es cada vez más confuso saber dónde hay que actuar para protegernos. Para proteger a España, tenemos que estar en el Sahel, por decirlo de una manera simplificada. Todo está cada vez más interrelacionado y formamos parte de organizaciones internacionales, tenemos compromisos y estamos en actuaciones globales en beneficio de un país, de nosotros mismos y de Europa. En este mundo globalizado, dar seguridad sin movernos de España es una realidad pasada.
¿La UAR tiene efectivos destacados en otros países actualmente?
Sí, tenemos efectivos en varios entornos. En las embajadas de Nicaragua y Líbano, en operaciones internacionales de seguridad...La Guardia Civil lidera dos proyectos, GARSI Sahel y el contraterrorismo en espacios públicos, ambos en África. En el Sahel, llevamos tiempo formando a la policía gendármica, policía robusta, en los países de esa zona, Mauritania, Mali, Níger, Burkina Faso y Chad, y a los que se une Senegal, para la lucha contra el terrorismo, contra la delincuencia organizada y las mafias. El objetivo es que esos países tengan desarrollo económico y social, y también es un escudo para nosotros, para que esos grupos no vengan a Europa o al resto del mundo. Pero también tenemos el proyecto de contraterrorismo en espacios públicos en Ghana, Kenia y Senegal, y formamos parte de otros.
A Logroño vienen miembros de fuerzas armadas de distintos países a formarse en el Centro de Adiestramientos Especiales (CAE). ¿Qué actividad tiene ahora?
Viene gente a formarse aquí, pero también hay proyectos en los que los desplazamientos son mínimos y desde aquí formamos a través de plataformas. Está previsto que venga personal de Ghana, Kenia y Senegal, del proyecto de contraterrorismo en espacios públicos, y luego normalmente vamos nosotros allí a dar formación y a hacer mentoring y seguimiento. Les ayudamos también en compra de material, organización de las unidades, los servicios que prestan... Y hay más países que se están interesando por esa formación, enfocada a grandes eventos vulnerables ante grupos terroristas, sobre todo de tipo islámico.
El fallecimiento del anterior jefe del GAR, el teniente coronel Jesús Gayoso, por coronavirus, fue un duro golpe para ese grupo y para la UAR. ¿Se ha recuperado la moral?
Fue una pérdida enorme en todos los sentidos y también en el operativo, porque era una persona que sabía, que lideraba, que tenía relaciones, que empujaba y hacía unidad. Era un líder con mayúsculas. Su desaparición significa perder algo muy grande, porque desde el punto de vista operativo es muy difícil llegar a a la altura de Gayoso, aunque intentaremos hacer todo lo posible para dignificarle; desde el punto de vista emocional, es algo que se tardará en superar, aunque, por supuesto, no se le olvidará nunca. Quienes han tenido el honor de servir junto a él lo llevarán en el corazón y su recuerdo será inolvidable. Pero seguiremos llevando la Unidad donde está lo más grande y lo más peligroso, con la figura de Jesús en el corazón.
¿El Polígono de Experiencias de Fuerzas Especiales (PEFE) hace que la UAR esté más centrada en formar a otros cuerpos policiales que a las intervenciones directas?
Las dos cosas. Ese polígono está evolucionando y está en una primera fase. Es una herramienta para la formación nacional e internacional y para la formación interna de nuestra unidad. Queremos dar especial relevancia a la formación, pero sin descuidar el aspecto operativo. Queremos que el PEFE sea un referente nacional e internacional y reforzar nuestras capacidades de lucha contra el terrorismo, delincuencia y operaciones de alto riesgo. Ahora, con la pandemia se ha parado todo, pero cuando finalice seguirá viniendo fuerzas especiales del Ejército y de otros países.
Ha comentado que el PEFE está en evolución. ¿Qué queda por hacer para equiparlo al completo?
Ahora tenemos básicamente una torre de mando y control, con un sistema tecnológico que se va a poner en marcha; un área de conducción especial y otra de tiro, que permite entrenamiento a una distancia de 600 metros; y un área de entrenamiento urbano, con unos escenarios todavía limitados, que son los que queremos hacer crecer, para realizar entrenamiento de entradas, registros y detenciones. Hay también autobuses y otros escenarios para simular posibles acciones de intervención. Esa área urbana se tiene que ir consolidando, con escenarios de una ciudad, de un metro, una zona subterránea y otra aérea y un poblado de tipo africano. Aspiramos que sea el centro de referencia de operaciones especiales de España, de Europa y una referencia mundial. Los mejores ingredientes, que son el capital humano, está aquí; Logroño y La Rioja nos acogen y nos apoyan, y con esa ilusión y esas miras, se tiene que conocer en un centro apetecible para fuerzas especiales policiales y militares de todo el mundo.
¿A corto plazo hay prevista alguna inversión para completar esas instalaciones pendientes?
La inversión del proyecto tecnológico ya está hecha y lo siguiente a lo que aspiramos es a construir un poblado, con su plaza, calles, iglesia...diferentes escenarios y edificios de diferente configuración, de tipo europeo, pero también africanos, que es donde estaremos durante un tiempo importante. Estamos en la fase de ver lo que se ha hecho, priorizar y volver a presupuestar, porque es bastante dinero.
¿Con lo que ya hay, el PEFE es ahora el polígono de entrenamiento de mayor nivel en España?
Con estas características sí, aunque falta por completar ese mínimo de área urbana. No hay nada parecido en España y ni siquiera en Europa. Me gustaría que este polígono creciera rápido y será un beneficio para todos, para la Guardia Civil y para la marca España y marca La Rioja.
¿Se plantea cambios en la UAR?
Viniendo a una unida tan excepcional, querer cambiar cosas es atrevido. Mi objetivo es dignificar a la unidad y a quienes nos precedieron, empezando por Jesús Gayoso, y mantener la operatividad y la calidad del personal humano, que es lo más valioso. A partir de ahí, cumplir nuestros retos en los escenarios donde estamos, los internacionales que ya he citado, y a nivel nacional en la operación Carteia, en Andalucía, contra el narcotráfico, para poner coto a la delincuencia organizada, violenta y sin escrúpulos, con gente de muchos países, e imponer la autoridad, que había sido desafiada. También estamos en Cataluña y de forma testimonial en el País Vasco. Vamos donde se demanda nuestra actividad operativa y de formación.
¿La UAR necesita más efectivos?
Ahora mismo estamos en torno a los 400 y deberíamos estar en 525. Con lo que tenemos, estamos haciendo frente a nuestros retos. El problema es si hay una mayor demanda, que yo no descarto. Lo ideal sería tener la plantilla cubierta y para ello hay un compromiso de nuestra Dirección General. Recientemente estuvo la directora general y fue bastante sensible a nuestra unidad.
¿Cómo afecta la pandemia al funcionamiento de la unidad?
Nos afecta como sujetos pasivos, en nuestros movimientos, los escenarios, la convivencia en vehículos, comedores, en habitaciones...Desde el punto de vista activo, no tenemos una actuación directa en el control de la Covid, pero si nos llaman, iremos donde tengamos que ir.