Se concreta lo que más de media España temía, lo que Sánchez lleva preparando desde hace años para gobernar a perpetuidad: primero ha colocado afines en las instituciones del Estado, se ha deshecho después de los críticos en su partido, ha colado a aliados en medios de comunicación influyentes y, por último, se pliega a las exigencias de los independentistas para tener sus votos eternamente.
Ha ganado la batalla, y solo queda llorar por España, con un presidente que engaña a sus votantes, que pacta con sediciosos, que mete en el gobierno a populistas radicales y a ignorantes, que no respeta a la Corona y que está desacreditando a España en el escenario internacional, más allá de desacreditarse él mismo. No le importa, porque su objetivo es seguir gobernando y lo ha conseguido a no ser que un cataclismo cambie la situación actual.
Si es constitucional o no el decreto lo dirá el TC en su momento. Probablemente muy tarde, de forma que los encausados ya disfrutarán de la amnistía y, si es inconstitucional, que les echen un galgo. Pero mientras tanto los españoles comprenderán que viven una anomalía en el mundo democrático: la falta de igualdad. No todos tendrán los mismos derechos, ni los mismos servicios públicos, ni los mismos privilegios. Por no mencionar que millones de españoles no catalanes tendrán que sufragar las prebendas que ha otorgado Pedro Sánchez a los catalanes.
Su argumento es que sus políticas mejorarán la convivencia en Cataluña. No es cierto. Digan lo que digan los sanchistas, era mejor hace años que ahora, cuando los catalanes podían expresarse sin problema en castellano y en catalán, no se marginaba a los que confesaban su españolidad, la política no rompía familias ni amistades que se mantenían desde la infancia, e incluso los ciudadanos que sentían muy profundamente su catalanidad, no demostraban el odio hacia el resto de España que hoy siente gran parte de la juventud de Cataluña. Situación que se empieza a vivir en menor grado en el País Vasco, pero que puede dar la vuelta a poco que se empeñe el PNV en utilizar el chantaje al Estado como han hecho Junts y ERC con Pedro Sánchez. Que encima se presenta como salvador de la patria porque impide un gobierno del PP con Vox. ¿Piensa de verdad que un gobierno PP-Vox -adelanto que no quiero ver a Vox en el gobierno- es peor que un gobierno con comunistas populistas, apoyados por nacionalistas exacerbados, exmiembros de Eta, independentistas… y un personaje como Puigdemont marcando las pautas de comportamiento?
Pena de país. Que se guarde Sánchez de aceptar la exigencia del referéndum. Podría ocurrir lo que dicen abiertamente catalanes con cabeza, que los hay: en Cataluña ganaría la pertenencia a España, pero si se celebra en el resto de España, serían mayoría los que voten que se independice Cataluña.
Eso es lo que ha conseguido el personaje que presume de trabajar por la convivencia.