Virginia Ríos (Haro, 1987) llegó al mundo de las gemas a través de sus suegros, responsables de la Joyería Pascual, negocio señero alfareño que acaba de cumplir medio siglo de vida. Tras cursar un Grado Medio de Gemología -ciencia dedicada al estudio de las gemas- debutó hace tres años tras un mostrador.
El mundo de las joyas siempre le ha gustado y entre sus piedras preciosas preferidas figuran las «morganitas» y las «turmalinas». La primera pertenece al grupo de los berilos que, en román paladino, son los minerales de la familia «de las esmeraldas». «La aguamarina, que es azul, también es del grupo de los berilos mientras que las morganitas son rosas. A mí me gustan las rosa melocotón», informa. Las turmalinas, por su parte, «están muy de moda porque tienen mucho color: rojos, verdes, azules claros...».
Dejando al margen los metales preciosos («el oro está muy caro, prohibitivo, aunque es siempre un valor refugio mientras que las platas ofrecen muchas posibilidades para el diseño», enumera), las joyas no pasan de moda hasta el punto que no es una cuestión exclusivamente femenina: «Se ven muchos hombres que llevan gemas en sus colgantes».
Entre los gustos de las riojanas, el mineral que reina es «la esmeralda». «Es la joya que más gusta», informa. Sin embargo, las preferencias de la gente joven han cambiado hasta el punto que éstos «buscan color y por eso ahora está tan de moda la tanzanita».
Si el metal áureo alcanza precios desorbitados (70 euros el gramo para una pieza de 24 quilates «porque el oro está en su cotización más alta de la historia»), el diamante, «el rey de las piedras preciosas», tampoco está barato. «Una pieza de 0,05 quilates sí es asequible pero su precio crece de forma exponencial y no gradual. Una de 0,20 se eleva a los 1.500 euros y de 0,5 se dispara a los cinco mil aunque el diamante es siempre una buena inversión», se despide esta amante de la gemología.