Un pozo de recuerdos

Bruno Calleja Escalona
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Una fuente y una pequeña piscina sirvieron durante un tiempo de lugar de asueto estival para los logroñeses en el Pozo Cubillas. Una caseta de bebidas permitía tomar un refrigerio

La pequeña piscina del Pozo Cubillas se hizo muy popular como lugar de recreo veraniego para los logroñeses. En la imagen, niños bañándose en el año 1941. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

El entorno del Pozo Cubillas, al pie del monte Cantabria, fue siempre lugar de entrada y salida de Logroño. No lejos de allí, la Inquisición ajusticiaba a sus reos, en el término de 'Los quemados'. A su lado, discurre el camino que gracias a los reyes de Navarra se convirtió en jacobeo. El paso de viajeros favoreció el crecimiento de la ciudad en paralelo al río y a esa ruta. Sin embargo, el Ebro siempre fue una barrera para Logroño. La proximidad de la frontera con el Reino de Navarra y la necesidad de cruzarlo llevaron a sus moradores a ampliar la ciudad hacia el sur. Sin embargo, la orilla izquierda también jugó un importante papel para la ciudad. Durante el siglo XVII, la Inquisición realizaba allí sus ejecuciones, la más señalada de ellas la de las brujas de Zugarramurdi, aunque también hubo otras, como la de Lorenzo González, última víctima de este temido tribunal.

Pero no todos los acontecimientos fueron luctuosos. Hay noticias de la presencia de molinos harineros, como el de Sarasa o de los Quemados, que aprovechaban la fuerza del río para mover sus piedras. Los derrumbes del puente de piedra debido a las riadas, dificultó la conexión de este punto con la ciudad. Con la llegada del siglo XIX, el paraje fue elegido para la construcción del cementerio municipal. Cerca del camposanto se creó un lugar de baño, conocido como Pozo Cubillas, donde las familias logroñesas acudían a bañarse en el río, además de ser usado como lugar de esparcimiento. Sin embargo, el río siempre fue un lugar temido por los remolinos que se formaban.

La popularidad de este lugar fue en aumento y ya en el siglo XX se construyeron unas pequeñas piscinas y una fuente para el esparcimiento veraniego. En ese lugar estaba también el modesto puesto de bebidas regentado por Juanito 'el manco', célebre pescador y uno de los primeros proveedores de peces para San Bernabé, que despachaba refrigerios a los usuarios del Pozo Cubillas, principalmente porrones de vino con gaseosa y de cerveza.

Con el paso del tiempo, la ciudad saltó el río y en los años 60 se creó el barrio de San Antonio, construyéndose viviendas en el entorno. El paso del tiempo y la apertura de nuevos espacios recreativos hicieron desaparecer aquel rincón acuático del Pozo Cubillas, hoy convertido en espacio verde y de paseo.