Cuatro de cinco clasificados, cuatro de cinco líderes. España, a través de Real Madrid y Barcelona, ha ganado 13 de las 43 ediciones de la Champions disputadas con el nuevo formato, desde 1992, pero también ha colocado cinco finalistas (dos veces el Atlético, otras dos el Valencia). El subidón inglés y el bajón propio, escenificado en la salida de Messi y Cristiano Ronaldo, deprimió considerablemente al aficionado nacional… que este año toma impulso de nuevo. Tiene a un Atlético fiable a los lomos de Griezmann, hoy por hoy candidato a mejor jugador del planeta; tiene a un Real Madrid prácticamente infalible en esta competición, firmando un pleno de puntos con el 'equipo b' en Berlín; tiene a una Real Sociedad asombrosamente competitiva, inabordable (solo dos goles encajados) y con varios futbolistas en el mejor estado de su carrera. Y tiene al Barça… al que habría que rascar bajo muchas capas para encontrar un argumento ilusionante en este torneo: otros favoritos que ya tenían el primer puesto asegurado (Bayern, City, Madrid…) ganaron sus partidos con autoridad. A los catalanes les ganó el Amberes. De aquí a febrero toca catarsis.
Grupo F
El 31 de agosto, las bolitas del sorteo se encapricharon con el Grupo F, y allí lanzaron (probablemente) al mejor tercero en liza y al mejor cuarto. Rápidamente identificamos el 'grupo de la muerte', 'mucho-más-muerte' que ningún otro año: PSG, Dortmund, Milan y Newcastle. Viendo la sencillez con la que el Barcelona ha sido primero, que Estrella Roja y Young Boys compartían Grupo G o que Celtic y Feyenoord lucharían por la tercera plaza del E, lo del F ha sido un 'tour de force' descomunal. Se trata del cuarteto donde el primero ha sacado la puntuación más baja (11) y el último, la más alta (cinco); ninguno ha pasado de los 10 goles a favor (único donde ha sucedido) y las diferencias realizadores son de más tres, más uno, menos uno y menos tres. Y, hasta la última jornada, solo el Dortmund tenía el billete asegurado para octavos. Teniendo en cuenta que la próxima Champions tiene un formato complejo que aún descabalga más el tinglado, hemos asistido a la última escenificación de un grupo que merecía la pena, la vieja esencia de la competición donde cada partido era una final… algo que la 'sobrepoblación' arrebató a la antigua Copa de Europa.
El balance
El próximo lunes habrá sorteo y el PSG será el gran 'coco' para los rivales españoles. El caótico invento de Luis Enrique (un ganador a contracorriente) abanderado por Mbappé y una plantilla de lujo. Pero eso, lo de los octavos de final, ya queda para 2024. En nueve de cada 10 ocasiones, el resumen de lo sucedido en la fase de grupos suele empezar con «ningún favorito se quedó por el camino», pero el Manchester United rompe todos los esquemas por defecto. No hay por dónde enganchar su participación en, más allá de mirar a la Premier y darse cuenta de que lleva siete derrotas en 16 encuentros, que es un equipo sin personalidad (juega a mil cosas distintas y a ninguna al mismo tiempo), que ha gastado 423 millones de euros en las dos últimas temporadas (50 de ellos en un portero, Onana, que ha encajado cinco goles bochornosos en esta Liga de Campeones) y al que le hubiese bastado con ganar tres compromisos en un grupo que compartía con Bayern, Copenhague y Galatasaray. Solo ganó uno, empató otro, y se quedó fuera hasta de la Liga Europa. Encabeza la lista de decepciones, seguido a distancia del Sevilla. Lo demás, quizás con demasiada diferencia entre Real Sociedad (12 puntos) y Benfica (cuatro), según se leía en el 99 por ciento de los vaticinios posteriores al 31 de agosto, cuando la afición vuelve a ilusionarse antes de 'lo mismo de siempre'.