Aunque Logroño permaneció durante el día de ayer ajena a la lluvia, las precipitaciones sí se dejaron notar en otros puntos de La Rioja, particularmente en el área oriental de la comunidad. Así lo relataba a primera hora de la tarde Jesús Pérez Cristóbal, agricultor de Calahorra, que contaba que el agua, que no ha caído en grandes cantidades -alrededor de 35 litros- ha sido muy beneficiosa para la viticultura.
Asienta su afirmación en el hecho de que las viñas «estaban un poco estresadas», de tal manera que el agua ha favorecido a una uva que presenta un estado vegetativo «muy sano», un «astro» que llega acompañado de un cierzo beneficioso. Es más, asegura que lejos de perjudicar a la uva, el agua contribuirá a la mejoría de unas viñas que atravesaban sufrimiento hídrico.
Explica que debido a los chaparrones constantes el fruto está permanentemente mojado, aunque afirma que la uva «está clara, abierta», con una cosecha «justa», lo que propicia el oreo gracias al cierzo. Consiente en que el agua puede paralizar durante unos días la cosecha, lo que no supondrá ningún perjuicio para la vendimia;de hecho, López, agricultor de ARAG-Asaja, relata que era su intención haber cortado ayer tempranillo blanco, una actuación que ha debido posponer.
Señala que la tinta estaba «hídricamente estresada» y con menor grados, y espera comenzar a recogerla -siempre en función de la evolución meteorológica- entre 15 -tempranillo- y 20 días.
Cosecha más corta. Con una producción que diversifica con otros cultivos, como la pera, confirma que la cosecha será más corta, lo que no vendrá mal en un mercado con sobreabundancia de vino, un problema que se viene arrastrando desde hace varios años. «La cosa se ve muy oscura, no se consume vino», reconoce López, que asegura que la cosecha «tiene una pinta extraordinaria».
«Tenemos calidad y producto; se avecina una cosecha excelente, pero lo que hace falta es vender vino y que la gente vuelva a consumirlo», desea el viticultor, que piensa que la cosa está «negra».