La Eurocopa de 1968 es recordada por la moneda que eliminó a la Unión Soviética en semifinales; también por los dos partidos que necesitó Italia para ganar a Yugoslavia en la final; o por los goles de Luigi Riva y Pietro Anastasi que dieron el título al combinado transalpino; pero también por la ausencia en el partido por el título por lesión de Gianni Rivera, la gran estrella de la 'Azzurra'.
Italia levantó ante sus aficionados su primera gran corona tras los Mundiales de 1934 y 1938. Necesitó 30 años para volver a inscribir su nombre en la historia y lo consiguió con muchísima incertidumbre, con algún que otro golpe de suerte y pese a otros de mala fortuna. Fue un camino duro y extraño que terminó el 10 de junio de 1968 en el Estadio Olímpico de Roma con una victoria sobre el combinado balcánico.
Pero Gianni Rivera no pudo estar ese día sobre el césped junto a sus compañeros. Vio el partido desde la grada. En esos momentos era el líder del gran Milan de la década de los 60. Tenía 25 años, ya había ganado la Copa de Europa (1963) y aún ganaría otra más (1969). Tal vez fue el mejor futbolista transalpino de todos los tiempos.
Se lesionó durante el choque ante la Unión Soviética e Italia se quedó sin su mejor jugador. Y tampoco tenía a Luigi Riva, su gran cañonero y goleador, con problemas físicos durante todo el torneo.
Yugoslavia se adelantó con un tanto de Dragan Dzajic. Y cuando saboreaba la victoria, en el minuto 80, Angelo Domenghini empató con un gran lanzamiento de falta. La prórroga tampoco decidió nada y hubo un partido de desempate dos días después para el que Rivera no se pudo recuperar a tiempo. Pero sí lo hizo Riva, que marcó el primero de los dos goles de la 'Nazionale' en ese choque.