De celdas y quirófanos

Bruno Calleja Escalona
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Las traseras del Hospital de La Rioja guardan un pequeño vestigio de la prisión correccional, que en 1889 abría al uso penitenciario sobre lo que había sido el hospital de Rocamador

Antigua Prisión Correccional, que se habilitó en lo que había sido el hospital de Rocamador. Su puerta principal se conserva en las traseras del actual Hospital de La Rioja. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

El único vestigio que queda en Logroño de la vieja prisión correccional de Logroño es una portada de piedra de sillería y un resto de fachada que se conservan en los jardines traseros del Hospital Provincial de La Rioja. El entorno es uno los lugares más destacados de la ciudad, ya que en esa zona se levantó el castillo de Logroño, además del convento y la puerta de San Francisco, que conectaba directamente con el puente de piedra. Por este rincón, punto estratégico en el Sitio de Logroño de 1521, pasaron insignes personajes.

Del siglo XVI hay noticias de un centro sanitario, denominado Hospital de Rocamador o de Santiago, que ocupaba un edificio situado en un altozano junto al río Ebro. Esta institución se mantuvo y aparece ya reflejada en el padrón de vecinos de 1772, en el que recibe el nombre de Santo Hospital de Misericordia. También aparece mencionado en 1818, después de la Guerra de la Independencia, cuando era un lugar con cierto renombre. 

El edificio, que presentaba tres niveles de fachada, se mantuvo en uso hasta la inauguración del Hospital Provincial en 1871, cuando el vetusto inmueble se cerró, a la espera de un nuevo uso.

En aquel momento se crearon las prisiones correcionales, que separaban los delitos menores de los mayores. Los orígenes de esta institución penitenciaria hay que situarlos en el siglo XIX, cuando en Logroño seguía funcionando una vieja cárcel, junto a la iglesia de Santiago, que en aquel tiempo no presentaba el mejor de los estados.

Dada esta situación se buscó utilizar algún espacio existente y el elegido fue el antiguo hospital de Roque Amador, que tuvo que ser reformado. Abrió para su nuevo uso carcelario el día 7 de febrero de 1889. Sin embargo, funcionó de forma paralela a la antigua cárcel hasta que en el año 1903 la prisión fue cerrada.

Sin embargo, su recorrido fue corto, dado que, en la década de 1920 se construyó una nueva cárcel en la ciudad, que supliría las deficiencias del Correccional. En 1920, el estado del edificio era deplorable. Un año después, se sacó de la cárcel a los reos y poco después la edificación fue derribada y en 1925 se inauguró el nuevo recinto penitenciario.

Tras su derribo, el solar quedó vacío. Solo quedaron en pie la puerta de acceso y una ventana, único recuerdo físico del viejo Correccional.