Líbrenme los dioses de establecer maliciosas comparaciones de la política nacional con el culebrón surcoreano. Y mucho menos después de que la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, haya puesto en circulación su último cantazo envenenado contra el presidente del Gobierno. Según ella, está abducido por el síndrome "norcoreano".
En todo caso, sería al revés, pues el manual de la presidenta madrileña apunta a las tentaciones cesaristas de Sánchez. Quien las remeda en el sensible espacio geoestratégico Asia-Pacífico es el presidente de la democrática Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, que hace unos días declaró el estado de excepción (ley marcial) para frenar una supuesta conjura interior respaldada por Corea del Norte, para derribarlo.
Aproximarse a la crisis coreana hace que un incontrolable no-sé-qué qué-se-yo te recorra el cuerpo al reparar en los motivos que llevaron al tal Yoon Suk Yeol a suspender temporalmente los derechos y libertades en ese paraíso del capitalismo democrático que creció al sur del paralelo 38 en tardía derivada de la Segunda Guerra Mundial.
A saber:
El presidente surcoreano, con una oposición mayoritaria en el Parlamento, es abucheado en la calle por su impopularidad, tiene dificultades para sacar adelante los Presupuestos del Estado, acusa a la oposición (liberales del Partido Democrático) de no reconocerle como presidente legítimo, tiene cuestionados a su esposa y al fiscal general del Estado... Ay, que todo eso me suena.
En todas partes cuecen habas. Y en estos tiempos recios, a calderadas. Pero las fronteras ideológicas ya no sirven para aplicar plantillas fijas a los acontecimientos de aquí o allá. En Corea del Sur es el conservador PPP (Partido del Poder Popular) el que recurre al enemigo interior con apoyo exterior que identifica con el liberal DPK (de corte "progresista"). En España la plantilla se invierte y es el progresista PSOE el que acusa al enemigo interior (el conservador PP) de enarbolar un proyecto "golpista" que niega la legitimidad del Gobierno y utiliza a jueces y periodistas para tumbar a Pedro Sánchez.
Una luz en la senda. Las fuerzas de seguridad de Corea del Sur, activadas por la ley marcial para suprimir temporalmente garantías constitucionales con todo el poder para el Ejecutivo, se retiraron inmediatamente cuando el Parlamento rechazó por unanimidad la medida excepcional del Gobierno. Buena noticia.
No todo está perdido si al final nos salva el funcionamiento de las instituciones frente a una nueva especie de autócratas a uno y otro lado de la histórica barricada de fuerzas conservadoras (derechas) con fuerzas progresistas (izquierdas).