Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Pulp Fiction

03/01/2025

La caída del régimen sirio parece que ha sorprendido por su rapidez. Lo excepcional es que haya durado tanto. Con la invasión de Ucrania, era cuestión de tiempo que Rusia no pudiera aportar el apoyo indispensable para sostener al gobierno dictatorial. Los actos terroristas de Hamás y la intervención de Hezbolá hicieron actuar con su tradicional eficiencia a Israel, lo cual debilitaba a Irán. Así que, sin apoyo aéreo ni humano y con la colaboración de Turquía a los islamistas, la duda se limitaba al cuándo.

La indiferencia de Estados Unidos sobre Siria no la originó Trump, sino que fue el gran legado político de Barack Obama. Ya es un vago recuerdo que alguien dijese que era una línea roja utilizar armas químicas. En la guerra no basta con querer tener un papel protagonista ya que es necesario poseer la capacidad real para hacer posible tus sueños. En Siria toda la estrategia rusa estaba avocada al fracaso cuando decidió invadir Ucrania. Ni siquiera Estados Unidos tiene capacidad para ser efectivo en dos conflictos a la vez.

Puede que ahora algunos comprendan la asistencia turca de drones a los ucranianos, salvo que se sea tan ingenuo creer que es fruto de la iniciativa privada. También se puede pensar que Israel no se ha irritado al ver la procedencia del poderoso arsenal moderno de Hezbolá. Es incluso posible que Irán empiece a pensar que los sionistas le han hecho un favor eliminando a ciertos personajes con una propensión a ir por libre.

Lo curioso es que en Europa todo el mundo se indigna por la indiferencia de Trump. Por el número de sirios alojados en Alemania (gracias, Angela) me temo que para el continente europeo es más importante lo que pase allí que para Estados Unidos. Es pronto para análisis más finos.

Pero hago dos advertencias. La primera: nunca apostar por los atajos en política exterior, porque la inmediatez es fugaz en la historia de las naciones. La segunda: ser muy prudentes ante los vacíos de poder ya que lo suelen ocupar los más agresivos (no siempre son buenos).

La política moderna occidental se construye desde el miedo al error. Se evitan las decisiones delicadas o controvertidas porque todo es criticado e imperfecto por definición. Los gobernantes no pueden confiar solo en la pasividad como estrategia útil, porque el escenario es cambiante. No hay buenos dictadores, pero en el planeta hay gente peor para su propio pueblo.