Begoña Ruiz Huidobro es una pionera. La presidenta de una de las cinco federaciones riojanas que tienen al frente mujeres, ciclismo, lleva 30 años abriendo camino y se muestra firmemente convencida de que la única limitación que puede frenar a las mujeres en su ruta hasta llegar a la meta de la presidencia de una federación deportiva es su propia voluntad de «trabajar para un deporte y llegar arriba».
«Podemos estar donde están los hombres, las mujeres ya han demostrado que como deportistas que pueden estar en su nivel y como dirigentes y otros estamentos, exactamente igual», señala. Yeso que ella no lo tuvo sencillo.
«Ciclismo es uno de los deportes que, al igual que el fútbol, ha sido tradicionalmente coto cerrado a las mujeres», señala Ruiz, que afirma que se ha enfrentado a muchas dificultades para avanzar en medio de un deporte «machista». Relata su trayectoria que le ha llevado desde practicar el cicloturismo hasta la presidencia de la federación, un camino que le ha obligado a sortear muchos baches en diferentes etapas, que comenzaron con su aspiración a ser juez-arbitro, «donde me encontré con muchos problemas porque no había ninguna mujer».
Tía de la ciclista Sheyla Gutiérrez, continúa narrando que tanto la federación española como la autonómica le expidieron sin problemas la licencia de aspirante, pero los inconvenientes surgieron cuando hubo que asistir al curso. «La Federación Española no quería mujeres y me costó nueve años acceder, cuando el reglamento decía dos», recuerda la presidenta de la Federación de Ciclismo, que fue la única mujer en recibir la formación en nuestro país. «Estaba en Madrid con 38 compañeros, todos varones», cuenta Ruiz, que añade que las dificultades fueron similares a la hora de ingresar en el curso para juez internacional. «Pero todos los árbitros de La Rioja se plantaron y le comunicaron a la federación nacional que si yo no podía ir, ellos entregaban sus licencias», una presión que le abrió las puertas al curso de la Unión Ciclista Internacional (UCI). El hecho de que lo aprobara no mejoró las cosas y no le permitieron salir de territorio riojano, circunstancia que atrajo la solidaridad de árbitros de otras comunidades autónomas, lo que obligó a la Federación a cambiar de postura. «Al año siguiente [en 1992] me enviaron a la Vuelta a Ávila, que era de las más conflictivas», un examen que «pasó con nota», lo que forzó a la Federación a deponer su postura de oposición.
Hace ocho años se planteó acceder a la presidencia de la federación riojana, un cargo para el que fue elegida por una asamblea sin presencia de ninguna otra mujer, responsabilidad que ha desempeñado sin problemas. Al respecto, considera que en muchas ocasiones «no es que nos pongan barreras, sino que no damos el paso;si peleas por lo que quieres llegar», aunque reconoce «que no es un mundo fácil» .