El Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) y la Universidad de La Rioja (UR) siguen dando pasos hacia adelante en investigación. En este caso, han avanzado en la lucha contra el cáncer de páncreas, uno de los tumores más letales.
El jefe de Grupo en el CIBIR, Alfredo Martínez, indica que la tasa de supervivencia a cinco años es del 90% si se coge en las primera fase, pero si se pilla en la última no hay ninguna opción. «El problema es que este cáncer se encuentra en etapas muy tardías porque no da síntomas», apunta.
Asegura que detectar este cáncer cuando está en la fase 1 o 2 le puede salvar la vida. Detalla que el grupo de personas que más riesgo tienen de sufrirlo son las que tiene una pancreatitis crónica, y que acaben de desarrollar diabetes tipo 2. «Un 0,8% de la población europea tiene ambas patologías», desvela.
Otro grupo con opciones de padecer este cáncer son las que tienen antecedentes familiares. «Se les ha detectado una mutación en la línea germinal de genes que están relacionados con este tipo de cáncer», explica Martínez.
Informa que la clave en la detección temprana de este cáncer es encontrar biomarcadores que «nos permitan detectar si una persona tiene un inicio de este cáncer». El problema, reconoce, es que falta ese biomarcador que «nos diga si una persona tiene cáncer o no».
El investigador destaca que han estado trabajando en este campo durante muchos años y el grupo de trabajo de la Universidad de La Rioja, dirigido por Francisco Corzana, ha enfocado sus esfuerzos en la molécula MUC 1, que está relacionada con cualquier cáncer de tipo epitelial, como pancreas, próstata, pulmón o mama.
El asunto, detalla, es que la proteína es muy distinta en las células normales y en las tumorales. Indica que es una glicoproteina, es decir, una proteína que tiene azucares. «En el caso de las células tumores, esta proteína tiene muchos menos azucares. Pasa que esa proteína que estaba protegida por azucares de repente se presenta ante el sistema inmune, y este empieza a producir anticuerpos frente a ella. Si somos capaces de detectar esos anticuerpos, sabremos que esa proteína está expuesta de alguna manera», señala.
anticuerpos. El catedrático en el departamento de Química de la Universidad de La Rioja e investigador principal del grupo de química bioligica de la UR, Francisco Corzana, explica que el objetivo principal consiste en detectar esos anticuerpos que aparecen en las primeras etapas de la enfermedad. «Hay que imaginarse una caña de pescar con los que atrapas los anticuerpos. Hasta ahora, la caña que se utilizaba eran glicoproteinas naturales, por lo que no había un buen anzuelo para coger esos anticuerpos», apunta.
Por eso, remarca que han usado la química para modificar estas glicoproteinas. «Con pequeñas y sencillas modificaciones hemos diseñado cañas de pescar mejores que nos permiten detectar estos anticuerpos que van a estar al inicio de la enfermedad», destaca.
La parte positiva, apunta, es que con estas nuevas moléculas de diseño o artificiales, se es capaz de discriminar entre muestras que tienen cáncer y otras que no.
Informa que se han fabricado 13 moléculas artificiales distintas. Detalla que hay algunas de estas que no cogen ningún anticuerpo, otras que si cogen pero «no se distingue si es de una persona con o sin cáncer», y otras si que distinguen pacientes con cáncer y sin él.
Todo este trabajo, cuenta Martínez, lo han probado con 20 pacientes del hospital San Pedro y 20 voluntarios del Banco de Sangre.