De un muro a un barrio

Bruno Calleja Escalona
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Desaparecida la muralla de Logroño, la calle Villanueva, renombrada en 1896 en honor al alcalde José Rodríguez Paterna, fue la principal arteria de un barrio que hoy busca nuevos aires

Imagen de la calle Rodríguez Paterna en los años 80, aún con tráfico de vehículos y edificios ya desaparecidos sobre los soportales que todavía perviven. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

El Barrio de La Villanueva se encuentra en proceso de modernización. Desde su creación, estuvo ligado a la calle Villanueva, que discurría paralela al antiguo trazado de la muralla medieval de Logroño.

Antes de la llegada de las tropas francesas y del asedio de 1521, la ciudad contaba con unas antiguas murallas medievales que la protegían, dada su posición estratégica, junto al río Ebro y en la frontera con Navarra, límite que desapareció en 1512 con la conquista del viejo reino.  Tras esa conquista, se abrió un periodo de guerra civil cuyo episodio más destacado fue el sitio de Logroño. Los combates más destacados tuvieron lugar en el lugar que hoy ocupa La Villanueva, con daños aún visibles en la torre de la iglesia de San Bartolomé. Levantado el asedio francés, se rehizo la muralla con defensas contra las nuevas técnicas de artillería, dentro de las cuales quedó el barrio de La Villanueva, anteriormente lugar extramuros poblado desde final de la Edad Media. Hay quien sostiene que ese arrabal era una judería, aunque la realidad es que no había una comunidad judía tan numerosa en la época.

La arteria principal de ese nuevo barrio fue hasta el siglo XX la calle Villanueva, la actual Rodríguez Paterna, urbanizada al calor de la antigua muralla, cuyo principal vestigio se encuentra en los muros y torre de San Bartolomé. El barrio tenía siete calles paralelas, donde se asentaron importantes familias, como los Bustamante, con su palacio, o los Ponce de León que poseyeron la 'casa de la viga'.

A finales del siglo XIX, el antiguo callejón de San Isidro y la Casa de Correos dieron paso a la actual plaza Amós Salvador, beneficiada por la desaparición de los lienzos amurallados. Esa transformación dio un nuevo aire a la calle Villanueva, que en 1898 acogió a los Maristas. Según el cronista Jerónimo Jiménez, la calle recibía además los nombres de Real o de Barrio del Mercado, antes de que en 1896 el Ayuntamiento la renombrase como José Rodríguez Paterna, alcalde de la ciudad que vivió en el número 11 hasta su muerte.

Aunque en el siglo XX llegó la Escuela de Magisterio, la calle fue a menos al perder edificios como la Casa de la Diputación, en cuyo solar se levantó el colegio San Bernabé, la 'casa de la viga' o más recientemente la Casa de los Jesuitas, que alojó a la orden tras volver a Logroño en el siglo XIX.