"Que La Rioja acoja solo nueve 'menas' es vergonzoso"

Gustavo Basurto
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Casado y padre de tres hijos, Mohamed El Gheryb (1969) se asentó en 1993 en La Rioja y desde entonces preside la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes (ATIM), que a pesar de su nombre atiende a personas de todas las nacionalidades.

Mohamed El Gheryb - Foto: Ingrid

Cuando Mohamed El Gheryb llegó a Valencia en 1989 desde un pueblo de las montañas del norte de Marruecos, en la provincia de Tetuán, lo hizo con su billete en un barco. 35 años después, como a cualquier persona con conciencia, las imágenes de centenares de personas jugándose la vida en el mar para llegar a Europa le sobrecogen, por lo que pide a los políticos más solidaridad y huir de discursos de rechazo. Con todo, reconoce que la integración de los inmigrantes en España y la cobertura legal de sus derechos han avanzado mucho. El Gheryb defiende la formación como la mejor forma de progresar y propone a las administraciones cambios para compatibilizar ayudas sociales con trabajo legal para atajar la economía sumergida. 

El último informe del CIS indica que la inmigración se ha convertido en el principal problema de los españoles, por encima de cuestiones políticas y el paro. ¿Cómo lo interpreta?
En temas de inmigración, las minorías siempre van a estar en el ojo del huracán. En realidad no es una preocupación; no hay que preocuparse por la inmigración, sino por temas como el paro, la corrupción, de la vivienda, la sanidad, el trabajo o la responsabilidad de algunos políticos. Lamentablemente, es más fácil buscar un culpable, una cabeza de turco. La inmigración no es un problema para España ni para la Unión Europea; al contrario, es una bendición, por su aportación a una necesidad enorme que hay en el mercado laboral y social. 

Entonces, ¿por qué surge esa preocupación social?
A veces eso sale de discursos que intentan buscar votos, romper, pinchar en el grano donde  duele, que hacen ver que es un problema (la inmigración), no realista, pero ahí está. 

¿Quiere decir que los inmigrantes se sienten de alguna manera utilizados por algunos políticos?
Es siempre ocurre, si no hubiera inmigración sería otra cosa. En la era de los nazis eran los judíos, y si no pueden ser los jubilados, los discapacitados...a nosotros, los inmigrantes, en concreto a los marroquíes, porque somos vecinos, también nos toca. Como asociación nos toca directamente, porque representamos a un colectivo enorme y esa representación nos las da, por ejemplo, todo lo que hacemos, nuestras actividades de formación...Más que dolernos, nos molestan esos comentarios, porque son injustos.

Por contra, un reciente estudio de una investigadora de la Universidad Carlos III concluye que los inmigrantes ni quitan empleo a los españoles ni hacen bajar sus sueldos.
Esa es la realidad. Una cosa es el discurso callejero, que lamentablemente utilizan algunos partidos políticos, y luego está la realidad. Estudios fiables, de bancos, de universidades y hasta de los propios gobiernos dicen que la inmigración es algo positivo, que añade, que no quita. Es verdad que hay sucesos, cuando se ven las pateras, los cayucos, alguna redada, como la que hubo hace unos días en Logroño, pero eso no es representativo. En Marruecos hubo un hombre que violó a varias niñas, que era de origen español, pero la sociedad no le juzgó como español, sino como un delincuente al que hay que detener, llevarlo ante la justicia o expulsarlo, si fuera necesario.

¿Siente que hay prejuicios, una idea equivocada en la sociedad, sobre los inmigrantes?
Como marroquí y en relación con la cultura musulmana, en lo que es el comportamiento de la sociedad, no hablo de política, somos más tolerantes con otras culturas. A veces veo en la televisión a tertulianos que dicen que en Marruecos no dejan hacer iglesias, pero no dicen toda la verdad y a partir de ahí montan una mentira. La primera ciudad que encuentras al entrar en Marruecos es Tánger, donde hay tres iglesias enormes en el centro; y no molestan, al contrario, hay una convivencia y un respeto enormes. Aquí, si se abre una sala oratoria (de religión musulmana) resulta que es alarmante. Dentro de nuestra cultura existe esa parte de acogida y convivencia.

Quizás el yihadismo ha extendido una sombra de sospecha, una mala imagen sobre los musulmanes.
Puede ser, pero creo que también se ha enmarcado siempre dentro de la idea del enemigo que viene. El yihadismo lo sufren más los países musulmanes que los occidentales. El mundo musulmán y, en concreto Marruecos, no se ha quedado con esa imagen del español colonizador o en su momento de las cruzadas, ni hay ese miedo. Puede que alguien cometa actos terroristas, pero para eso está la justicia, la policía y la seguridad. En España hay una convivencia grande, con más de un millón de musulmanes, y un acercamiento de esa cultura, lo que demuestra que el ciudadano de origen musulmán es pacífico, aunque puede haber algún indeseable. Para esas personas que delinquen y hacen daño a la sociedad, queremos que se introduzcan en la normativa de extranjería juicios rápidos para expulsarlos del país y que no vuelvan a pisarlo.

Usted lleva ya asentado en La Rioja más de 30 años. ¿Cómo ha evolucionado en ese tiempo la integración de los inmigrantes en la sociedad riojana?
Tanto en La Rioja como en el resto de España la evolución a mejor ha sido enorme. No es lo que dice el CIS, sino que la realidad es diferente. Recuerdo que en 1993 yo iba al trabajo con una chilaba de lana y la gente me miraba; ahora, todo el mundo lleva el pelo de una manera o viste la túnica de cada país y eso ya forma parte de nuestra cultura. En 1992 se firmó un convenio entre el Estado y las confesiones religiosas musulmana, judía y evangélica, que les otorga un reconocimiento de sus fiestas y de los enterramientos, entre otras cosas. Y está el derecho al voto para ciudadanos de varios países. Ha habido un gran avance en derechos. Lamentablemente puede haber elementos que rompan esa convivencia, como la subida de la extrema derecha en la Unión Europea.

¿También ve ese avance desde el ámbito político u oficial?
En lo institucional, hay políticas inclusivas que han avanzado y la Ley de Extranjería ha ido mejorando. Tenemos un cementerio musulmán y clases de religión musulmana, con seis profesores, lo que es un logro de toda la ciudadanía. Muchos ciudadanos inmigrantes, en concreto los marroquíes, tienen pisos comprados; y antes la mayoría eran trabajadores, pero ahora tenemos empresario y empresarias, lo que es una gran aportación para la sociedad. Eso quiere decir que hay un gran acogimiento y año tras año ha ido mejorando la convivencia, aunque aparte de esto lamentablemente puede haber un discurso de un partido político como es Vox, que vive del cuento.

A pesar de esos avances, hay puestos de trabajo que se tienen que cubrir con inmigrantes porque los españoles no los quieren. ¿Se acabará a corto plazo con esa brecha laboral?
Es difícil, porque hay muchas personas que vienen de fuera para cubrir puestos que los nativos no quieren y eso va a seguir. Otra cosa es que, después, esas personas, dentro de esa integración, van buscando mejorar. Se puede empezar trabajando un año dos o tres en el sector agrícola, pero después te vas formando. La evolución es formarse, lo que da posibilidad de optar a puestos diferentes. 

Hay países de la Unión Europea que plantean endurecer la entrada de inmigración ilegal. ¿Usted cree que debe haber un control de llegada?
No hay ninguna persona en su sano juicio que diga que debe haber puertas abiertas. Nosotros estamos por una inmigración ordenada y para aquellos inmigrantes que han llegado de forma irregular tienen que haber un proceso de regularización. Entre otras cosas, porque la expulsión no es fácil y cuesta mucho dinero. Sale más barato regularizar a esas personas y que poco a poco se vayan integrando y empiecen a ser activas, a cotizar en la Seguridad Social, que es algo que necesita el país. Ninguno hace un favor al otro, el favor es mutuo. 

¿Y por qué cree que no se hace eso?
En la otra orilla nadie quiere emigrar de su país si no hay situaciones drásticas de tipo social, económico o político. A Marruecos se le escapa de las manos la entrada de subsaharianos, porque hay una frontera tan grande que es imposible de controlar. En España, la puerta de Europa, es imposible frenar esa inmigración, como en Alemania, que le toca la parte del Este, o en Turquía. Por otra parte, hay un discurso racista que no es realista, que hace de la inmigración el foco para ganar escaños, como el caso de Vox, que vive de la inmigración. Muchas veces, los gobiernos de la Unión Europea en vez de afrontar el problema real y dar soluciones, anuncian cierre de fronteras, pero ese es un discurso para estimular a sus ciudadanos. 

Desde hace tiempo se habla de ayudar a los países de origen para que sus ciudadanos no tengan que emigrar. ¿No se ha avanzado nada?
Lo que deben hacer los países occidentales es no apoyar a gobernantes que esclavizan o que llevan a sus ciudadanos a una crisis laboral y social enorme, lo que hace que emigren. Y hay otro factor que son los intereses. Son países con una enorme riqueza de recursos minerales o petróleo, con gobernantes no democráticos a los que se apoya para que el mundo occidental pueda vivir como vive; Francia no tiene oro, pero es el tercer país del mundo con más reservas de ese metal. Y está el problema del envejecimiento de los países occidentales, que necesitan personas que cuiden a sus mayores. Hay que equilibrar las dos partes y ayudar a esos países, no con limosnas, sino para que desarrollen su riqueza y que sea compartida y globalizada. No puede ser ir a Marruecos a plantar tomate, pagar allí cinco céntimos el kilo, traerlo a España y vendérselo a Argelia por un euro. 

¿Qué piensa al ver imágenes de centenares de personas llegando en cayucos a Canarias o tratado de saltar las vallas en Ceuta y Melilla?
Me duele ver que lo mejor de una sociedad, que son los niños y los jóvenes, se marcha. Si estos no tienen expectativas de mejorar, ese país del que vienen es un país fallido. Cuando ves eso te da pena y piensas en si estuvieras en su piel con la misma edad lo entiendes perfectamente y como ser humano no puede decirles que no vengan, porque en sus países no tienen futuro. Lo único que les diría es que si van a venir, hay problemas, pero cualquier persona quiere mejorar sus capacidades sociales y laborales.  

Usted llegó a España en 1989; ¿vino en condiciones tan duras?
No, no. En aquellos años España no tenía visados para Marruecos. Yo vine en barco con normalidad; compré un billete de ida y vuelto desde la ciudad donde vivía hasta Valencia. 

El reparto de menores extranjeros no acompañados, los llamados 'menas', para su acogimiento en las comunidades autónomas genera tensiones con el Gobierno central. La Rioja tiene acogidos ahora nueve. ¿Cree que podría hacer más?
Eso es vergonzoso. Aunque algunos políticos hablan de la solidaridad, lamentablemente vemos la insolidaridad de unas comunidades con otras que son fronterizas y les toca lo que les toca, por lo que se necesita ese reparto. Muchas veces el discurso callejero más fácil es decir que hay que expulsarlos, devolverlos a sus países, pero la mayoría de las veces no hay manera de justificar con documentos de qué países son o España no tiene convenios con ellos. Además, en Canarias, que vive del turismo y no tiene un gran desarrollo económico, hay una saturación que llega un momento en que explota. 

¿Y cómo se soluciona eso?
Se requiere la solidaridad de las comunidades autónomas y de nuestros representantes, a los que se les llena la boca hablando de que hay que ser solidarios. Hay que buscar fórmulas, pero que nuestra comunidad autónoma acoja a nueve de estos menores es vergonzoso, cuando nuestros representantes dicen que estamos entre los primeros en la economía. Hay que olvidarse de que esos niños son marroquíes o senegaleses, y hay que ser solidarios con los canarios. La Rioja puede tener capacidad para acoger a más personas; no digo que miles, pero solo nueve, no; quizás pueda acoger cien durante un tiempo y después se resuelve. Pero hay que quitar presión a Canarias y a Ceuta y Melilla.

¿La Rioja es una sociedad tolerante?
Sí, en general es una comunidad solidaria, quitando el tema de los menores que hemos comentado antes. No hay un discurso racista y cuando ha habido algún problema todas las instituciones han intentado resolverlo. La convivencia de la sociedad con las minorías étnicas es buena. 

La estadística dice que en 2023 aumentaron en La Rioja las denuncias por delitos odio por racismo. ¿Se denuncia más y  hay más conciencia o crece el rechazo a los extranjeros?
En las instituciones hay más sensibilidad, se han creado observatorios sobre el racismo y mecanismos. Pero por otro lado, ha nacido un partido de odio, que con sus bulos y su envenenamiento siempre va a influir en alguien. Hay que fortalecer más esos mecanismos contra al racismo, porque a un ciudadano corriente se le puede llevar a la justicia por un delito de odio, pero a un político no, porque se dice que es libertad de expresión. Ese aspecto jurídico tiene que generalizarse a cualquier ciudadano, salvo que se considere que el político está por encima y eso es vergonzoso en un país democrático. 

¿Tiene constancia de que en La Rioja operen mafias de explotación laboral a inmigrantes sin papeles?
Siempre ha habido gente que se aprovecha de otras personas y seguramente seguirán. Ahí es donde se necesita denunciar.

¿Y a ATIM va gente a denunciarlo?
Vienen a decírnoslo, pero cuando les aconsejamos que denuncien no quieren por su situación, porque están presionados.

¿Hay muchos inmigrantes trabajando en la economía sumergida?
Es una situación que está ahí y para luchar contra ella se necesita ir mejorando. Las personas que tienen una situación de documentación irregular trabajan donde sea para poder subsistir. Y las propias administraciones favorecen la economía sumergida cuando personas que sí tienen papeles, que reciben 450 o 500 euros renta de ciudadanía o de subsidio, si trabajan dos o tres días con contrato y alta en la Seguridad Social tienen que devolver el dinero y si se pasan de determinada cantidad, les bajan a la mínima. Eso provoca que la gente haga trampas y si cobra los 500 euros buscará la economía sumergida para complementar su sueldo y poder vivir. Nuestra propuesta es que si para poder vivir sin hacer trampa se necesitan 1.500 euros, la administración podría dar 700 euros y que la persona que los recibe se busque otro trabajo para cubrir el resto.