Café, adquirido en 2002 por el Parlamento en el tercer certamen de pintura de la cámara riojana, y Paisaje para Tántalo, que siguió sus pasos en 2006 en el transcurso de su quinto certamen pictórico pueblan los fondos del Parlamento de LaRioja que el pasado 5 de septiembre anunció que no habrá más ediciones de su concurso. Juana García-Pozuelo (Logroño, 1978), autora de ambas obras, se reconoce sorprendida por la noticia aunque intuye, con buen olfato, la razón: «No sabía que lo iban a dejar de hacer pero entiendo que la colección que atesora el Parlamento es amplia y que ya no hay espacio físico para ampliarla».
La pintora riojana, que desde su traslado en 1996 para estudiar Bellas Artes ha echado raíces en País Vasco, se reconoce apenada por una noticia que se suma a la paulatina desaparición de los galerías y coleccionistas privados en la región. Hace una veintena de años, la Galería Pedro Torres apostó por la logroñesa que es asidua de las exposiciones colectivas de sus homólogos riojanos aunque la última vez que se pudo ver su obra fue con motivo del Mazacote de Barro, convocada por Marina Pascual (ambas son hijas de arquitecto).
«En Bilbao no han desaparecido pero sé que en Logroño apenas hay galerías», expone. «Es difícil vivir del arte, pero hay sitios, como Madrid, en los que sigue habiendo galerías y oportunidades de exponer y tener un mercado más amplio», completa.
Formada en la Universidad del País Vasco, donde también cursó un Máster de Creación e Investigación en Arte, reconoce que la pintura nacional vive un buen momento. «En el País Vasco, por una cuestión de tradición, quizás se apueste más por la escultura pero la pintura no se descuida», agrega.
La creadora, que ha sido residente en el Snug Harbor Cultural Center de Staten Island -uno de los cinco distritos de Nueva York- además de en la Cité Internationale des Arts de París o en la Summer Shool of Fine Art de Salzburgo, expuso hasta el pasado mes de junio en el Espacio Marzana de la capital vizcaína Pequeños crímenes sin importancia, una muestra de su querencia por la arquitectura residencial estadounidense y por la naturaleza manipulada, en formato reducido «a modo de polaroids».
«Son una veintena de cuadros, casi miniaturas, con tamaños de 10x8 centímetros o 7x7, en los que el tema recurrente son las casas suburbiales americanas. Me he basado mucho en Staten Island, porque allí residí una temporada», informa.
«Sé que es muy difícil vivir del arte pero en esta última exposición me ha ido bien», rememora. «No sé, quizás haya sido porque son cuadros muy pequeños, porque son un tanto caprichosos pero con unos precios razonables aunque, personalmente, estoy muy contenta», añade.
Digerido el éxito de Pequeños crímenes sin importancia, la pintora logroñesa ya está embarcada en un nuevo proyecto: «Estoy centrado en un proyecto sobre vivienda bilbaína, en este caso en el barrio Irala» (así denominado por el empresario Juan José Irala que edificó una barriada a principios del XX y lo hizo con los reconocidos arquitectos Federico Ugalde y Enrique Epalza). Estas construcciones bilbaínas se asemejan, «salvando las distancias», a las casas baratas de las inmediaciones del antiguo Hospital de San Millán «aunque quizás las de Irala sean más coquetas, de estilo inglés y de colores muy vivos».