La última algarada del líder ruso amenazando a occidente con una guerra nuclear si la OTAN manda tropas a Ucrania no aporta mucha novedad al conflicto, pero no por ello puede ser pasada por alto. Putin saca pecho ante los suyos y el llamado Reloj del Fin del Mundo consume unos pocos minutos a la hora del juicio. Cuando en 1947 los americanos inventaron ese siniestro marcador su mayor amenaza era un conflicto nuclear con la Unión Soviética. Hoy en día parece que solo ha cambiado el nombre del país.
Desde entonces la especie humana ha estando siempre «a minutos de la medianoche», como se define al teórico Apocalipsis, un escenario que en los últimos años de guerra en Ucrania siempre es jugado como baza de amedrentamiento por parte de Putin.
El líder ruso ha recordado que sus armas nucleares pueden alcanzar países occidentales, una subida de tono propiciada a buen seguro por las palabras del presidente francés, Emmanuel Macron, que evocó un posible despliegue de tropas occidentales en Ucrania. La propuesta duró solo unos segundos en el aire, pues rápidamente mucho líderes aliados se encargaron de anularla. Pero la ofensa estaba lanzada.
Putin siempre ha querido mostrarse ante sus compatriotas como un hombre de acción; una imagen que también proyecta al resto del mundo con resultados dispares, a medio camino entre la bravuconearía y el miedo nervioso a que realmente cumpla sus amenazas.
Él mismo sabe que las consecuencias de un ataque nuclear serían «trágicas». No lo escondió en el discurso del pasado jueves ante la Duma y el Senado ruso, y quiso desviar la atención sobre su persona culpando al resto del mundo de que se piense siempre que Moscú quiere atacar Europa. Pero la sombra de la duda es alargada.
Ya pasó antes de iniciarse el propio conflicto en Ucrania, cuando Putin negaba la intervención casi hasta el mismo momento en el que los tanques cruzaban la frontera, por lo que las cautelas deben ser máximas.
Está claro que la guerra está llegando a un punto clave, y Putin no quiere que se le escape la victoria a la que la falta de armamento y tropas ucranianas parece estar avocándolo todo.
Por ello, el líder ruso no duda incluso en echar mano a la historia, y ha recordado «la suerte de aquellos que en su momento enviaron tropas al territorio», en una clara cita a los frustrados intentos de invadir Rusia por parte de Napoleón y Hitler. «Ahora las consecuencias para los posibles intervencionistas serán mucho más trágicas», sentenció para mayor aplauso de ambas cámaras del poder ruso.