Arranca la demolición

R. Muro
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Bajo la supervisión de técnicos especialistas venidos de Madrid, los trabajos arrancaron ayer en el almacén de planta baja situado al oeste del inmueble visiblemente afectado y con el fin de proteger los edificios de la calle Calvo Sotelo

Las máquinas empezaron ayer la demolición del edificio anexo a Adoratrices - Foto: Óscar Solorzano

Dos días después del trágico derrumbe del edificio anexo a Adoratrices, y que se cobró la vida de un trabajador pakistaní de 45 años e hirió a otros dos, arrancaron ayer definitivamente los trabajos de demolición controlada del ala interior del inmueble. Pasadas las 17 horas, y con algo más de tres horas sobre el horario inicialmente previsto, las máquinas se pusieron en marcha desde el patio del propio centro escolar mediante un brazo de mordazas hidráulico de grandes dimensiones. Todo ello tras una jornada que arrancaba a las 8 horas con una reunión en la que técnicos municipales, responsables de la propiedad, de la constructora Ocisa y especialistas en demoliciones venidos de Madrid, ratificaban la decisión, adoptada a última hora del pasado miércoles, de iniciar el derrumbe controlado. La mañana discurrió entre continuas conversaciones telefónicas, comprobaciones y evidentes síntomas de nerviosismo en torno a Juan XXIII y Ciriaco Garrido, a las puertas del edificio proyectado por la compañía Global Gemini, propietaria del edificio, como residencia de estudiantes.

A falta de un documento. Las primeras previsiones apuntaban a que las labores de demolición debían comenzar a las 14 horas. Sin embargo, la falta de un documento para cumplimentar la declaración de demolición urgente municipal retrasó el inicio de los trabajos hasta pasadas las 17 horas. Todo ello bajo un escrupuloso  diseño de la actuación para minimizar los riesgos manifiestos que presentaba la estructura de un edificio visiblemente afectado. Unos trabajos que se focalizan única y exclusivamente en el ala interior y que, en base a los planes trasladados por Global Gemini, concluirán con el derribo controlado del inmueble de Juan XXIII, número 8. Pero eso será en otro momento. La prioridad ahora se centra en el interior, en un edificio localizado entre el patio del centro escolar y las traseras de los inmuebles de Calvo Sotelo.

De esta forma, las labores de demolición arrancaron con el derribo de un almacén de planta ubicado al oeste, lo que permitió despejar el espacio suficiente para atacar el edificio en dirección oeste sur y proteger de esta forma los citados edificios de Calvo Sotelo.

El inicio de los trabajos se dejaron sentir pronto en plena calle. Poco a poco, el polvo fue llegando hasta las Cien Tiendas enturbiando el ambiente y depositando una fina huella de polvo sobre el mobiliario urbano. Junto al brazo de mordazas hidráulicas, un técnico especialista controlaba, desde un elevador telescópico, el devenir de la demolición y su proximidad a las traseras de los edificios de los números 14, 16, 18 y 20 de Calvo Sotelo además de los locales comerciales situados en la zona, que distan unos dos metros del inmueble anexo al colegio Adoratrices.

La empresa trabajaba ayer con la intención de concluir lo antes posible.