Marín López: "Negreira me mandó dos veces a la nevera"

El Día
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Este calagurritano de 73 años ejerció durante décadas dos de las profesiones más cuestionadas por el común de los mortales: árbitro y bancario

Marín López, en Calahorra. - Foto: Óscar Solorzano

Cualquier delito que pudiera cometer en el ejercicio de su labor profesional ya ha prescrito. Sirva esta presentación para definir el ámbito laboral de Miguel Ángel MarínLópez (Calahorra, 1950), ex árbitro y ex bancaria, las dos profesiones más en cuestión por el común de los mortales. En las dos destacó por igual.

Luce un color que ni Bernie Madoff  y gasta un tipo que ni Alberola Rojas aunque él es muy de Soto Grado. Como él es árbitro de Primera aunque en el caso de Marín López este nació en Calahorra mientras que Soto Grado está adscrito al colegio riojano. 

Hablando de su nacimiento hay que recordar que lo hizo en la onomástica de San Miguel de hace 73 años, de ahí su nombre. Con la retranca que le caracteriza respira aliviado por no haber nacido el día de San Nepomuceno (16 de mayo). Hablando de nombres, hay que recordar que sus apellidos (Marín y López) son más de bancario que de colegiado. Esta tradición de designar a los trencillas con los dos apellidos se la debemos a Franco Martínez, al que había que apostrofar por el nombre completo para evitar malentendidos en pleno régimen.

Pese a no tener apelativos de árbitro, fue de los buenos. Tuvo un silbato entre las manos durante cincuenta años. Se retiró de la primera línea en 1996, a la que llegó en 1982. Como bancario tuvo más recorrido (1980-2013) y eso que decidió jubilarse a los 63. Fue una de las mejores decisiones de su vida.

Los colegiados no tienen aficionados, ya lo dijo Eduardo Galeano, y los bancarios, tampoco. Pero Marín López además de no tener hinchada asegura que no tenía equipo preferido. «En activo, ninguno. No tenía tiempo para que me gustara. Yo soy del fútbol», recuerda.

Y aunque al parecer hay un árbitro en boca de todo el mundo que sí tenía equipo, Marín López recuerda que de chanchullos y componendas arbitrales ni sabe ni contesta. «No he pitado a favor de nadie, ni por nada. Si creía que era, era», ataja. Tras catorce años de servicio en Primera y otros cinco en Segunda, por supuesto que conoce al ínclito Negreira. «Me tocó de juez línea con Mazorra Freire -un árbitro con nombre de árbitro- en su debut internacional en Amsterdam», rememora. Pese a convivir tres años en el Comité de Árbitros con José MaríaEnríquez Negreira, «me mandó dos veces a la nevera» a pesar de mantenúan «una buena relación».

Al respecto del VAR, se muestra favorable «porque me parece una muy buena herramienta si está bien utilizada». «Lo que importa», añade, «es que tengan las ideas claras». Asegura que el arbitraje, en la actualidad, «no es mejor ni peor» que el de su época.«Simplemente es diferente», apostilla.

Si se equivocan más o menos ahora que antes, es difícil baremarlo. Lo que está claro es que «lo de que los árbitros benefician a un equipo u otro son historias». «¡Olvídate de la corrupción!Yo no he visto corrupción en el arbitraje ni la he visto en la banca. El arbitraje es muy complicado pero si decías blanco era porque lo veías blanco», se defiende. «En el banco tengo que reconocer que los últimos años fueron duros porque te presionaba el de arriba y te presionaba el cliente, pero tengo amigos que eran clientes y, al revés, clientes que son amigos», se despide un colegiado que se ganaba la vida en una entidad financiero pero que donde realmente disfrutaba era con un silbato y repartiendo tarjetas(y no de visita).