Lo de Jude Bellingham como atacante fue una moneda al aire. El propio Ancelotti lo reconoce cada vez que tiene ocasión: se sacude el mérito (que lo tiene) porque sabe que nadie, ni los más optimistas, esperaban semejante rendimiento. Un tipo que había marcado 28 goles en 176 partidos como profesional acumula ahora 10 tantos y tres asistencias en 10 encuentros con el Real Madrid. Esa moneda al aire no tenía cruz. Siempre sale cara. El despliegue físico del muchacho se suma a su personalidad sobre el campo, a su toque y a la capacidad que tiene para pausar el juego si hace falta. Es un veterano encerrado en el cuerpo de un adolescente. Una apuesta no tan arriesgada (costó 103 millones de euros) que brilla haciendo aquello para lo que no fue fichado.
Penaltis
El mejor duelo 'kilo a kilo' se vivió en el Metropolitano. Un Atlético-Real Sociedad de alto copete en el que cada balón suelto se cotizaba a precio de marisco. Los méritos estaban tan repartidos al final del partido que ambos, Simeone e Imanol, habrían firmado con gusto las tablas... Pero a la Real le señalaron un penalti en contra donde antes no le habían señalado uno a favor: en unas manos involuntarias. Antiguamente, con el reglamento 'universal' más o menos conocido, todos los aficionados tenían claro qué se podía y qué no se podía pitar. Ahora, según le dé la ventolera al árbitro de campo y al del VAR. Y eso habría que revisarlo urgentemente.
Débiles
El Barça lleva varios partidos bajo sospecha. Como a los equipos 'menores', los rivales encuentran facilidades inusitadas para hacerle gol. Aún se estaban poniendo la camiseta algunos cuando el marcador de Granada ya señalaba un 1-0 en contra. Y luego tocar remar. Y siguen acumulándose las bajas por lesión, las dudas y los minutos de mal fútbol y demasiado sufrimiento. Averiguar en qué punto del camino el Barcelona se olvidó de ser fuerte (encaja casi cuatro veces más que el curso pasado) es la clave para enderezar el rumbo.