La tecnología ha irrumpido en todos los sectores y ámbitos sociales, conllevando una adaptación prácticamente obligada de toda la sociedad a su uso. Para las nuevas generaciones esto no es un problema, y es que prácticamente han nacido con ella, por lo que ya cuentan con un conocimiento tecnológico casi inherente. Sin embargo, las generaciones más mayores no lo tienen igual de fácil.
«El mayor problema para las personas mayores es que no han nacido con ellas» expresa Ricardo Rodríguez, coordinador de SECOT. Tiene 72 años, y junto a esta organización, así como con más seniors, desarrollan talleres para formar a las personas mayores en tecnología y fomentar el desarrollo de sus habilidades tecnológicas.
Son iniciativas que nacen como respuesta a la demanda identificada de los mayores, que piden ayuda ante la cada vez más evidente necesidad de desarrollar competencias tecnológicas, ya no por cuestiones de inquietud o motivación por conocerlas, si no por la obligación que genera una sociedad cada vez más digitalizada, y que resulta en una fractura aun más profunda de la brecha digital.
«La mayoría de gente que acude a los talleres es porque se ven obligados» expresa Félix Gonzalez, de 69 años y también integrante de estas iniciativas. Aunque él reconoce estar «desarrollado en temas tecnológicos» afirma que, a su alrededor, «veo mucha gente con gravísimos problemas que les obliga a desconectar de ciertas funcionalidades vitales porque no llegan».
Entre ellas, cuestiones fundamentales del día a día del ámbito de la salud, financiero, o administrativo entre otros, «por ejemplo con RiojaSalud, o Carpeta Ciudadana, muchos de ellos se ven muy limitados» apunta Rodríguez.
Brecha digital. Mucha gente, señala González, «desconecta porque les sobrepasa, es tal la brecha, tan bestial, y aun con la formación que puedan recibir, a muchos les es imposible entenderlo y engancharse a ello, y a la gran mayoría les cuesta mucho». Algo especialmente difícil en un mundo cada vez más ligado a la tecnología «estamos obligados a adaptarnos al mundo digital por nuestra propia supervivencia, no hay salida».
A pesar de la evidente dificultad en consecuencia de esa fractura digital, González asegura que «las personas mayores usan cada vez más la tecnología, a pesar de que les cuesta». Y les cuesta, apunta, por «miedo a cacharrear» algo de lo que las nuevas generaciones carecen, «a un chaval le das un equipo tecnológico e investiga, se mueve, nosotros por la edad y nuestra forma de haber vivido nos da miedo tocar, trapichear, y es así como se entra y se aprende la tecnología, tocando y probando, viendo cómo funciona aunque de vez en cuando la líes, hay que perder el miedo».
Otro de los grandes miedos que caracteriza a los mayores es el de la compra online. Así lo explica Rodríguez, que afirma que «el mayor problema es el miedo que tiene la gente a que le puedan hackear»
No obstante, aun con todas las dificultades cada vez hay mayor interés entre los mayores por aprender a usar las tecnologías. El principal motivo, apunta Rodríguez, son las posibilidades de comunicación «gracias a ellas puedo hablar con mis nietos», y como él mismo señala, «es más fácil enseñar a mayores con interés, que a personas jóvenes que no lo tengan».