La aventura culinaria y gastronómica del cocinero Juan Cruz Hernández pudo haber acabado antes de tiempo, puesto que abrió el ahora conocido restaurante Lasoga Urban Food tres meses antes de que empezara la pandemia provocada por el virus de la Covid-19. 

Este riojano, pese a todos los problemas que tuvo, se reinventó y decidió cocinar y repartir la comida en su propia moto, además de tener a una empleada en el ERTE. «Tuve la suerte de dar con la tecla, fuimos para adelante y conseguimos volver a abrir cuando acabó todo. A día de hoy, llevamos cinco años abiertos y tenemos asentado todo por lo que hemos luchado», subraya.

«El truco es hacerlo con cariño, amor propio, dejar los problemas fuera en cuanto cruzas la puerta de tu trabajo y que te guste lo que haces. Si no te gusta cámbialo, pero eso hay personas que no lo ven», indica.

El primer «boom» de Lasoga Urban Food fue cuando los creadores de contenido, Miguel de Gourmetismo, y Manuel De Los Santos, de Lariojatoeat, le metieron en un concurso de hamburguesas y quedó en tercera posición. «Empezamos a sacar hamburguesas y ahora tengo cinco aunque no somos hamburguesería. Pero las que tenemos las intento hacer guay y a los clientes les flipa», asegura.

Pero ahora su nombre no irá solo asociado a la buena calidad de las hamburguesas o del resto de platos que prepara, sino que su tortilla de patata será uno de los productos más demandados en los próximos meses. Esto se debe a que Lasoga ha recibido el premio a la mejor tortilla de patata de La Rioja en el primer concurso organizado por la Asociación de Cocineros y Reposteros de La Rioja (Acyre).

Afirma que recibir este premio es «un orgullo con el que levantas la barbilla y sacas pecho». «Pero lo que más valoro es que he puesto el nombre de la calle Belchite en el panorama gastronómico por estar la mejor tortilla de La Rioja», subraya Cruz. 

La noticia de este premio ha corrido como la pólvora en Logroño y en la comunidad autónoma, por lo que las tortillas que hizo ayer se acabaron muy pronto. «Abrí a las 11 horas con 12 tortillas en la barra y se vendieron todas en dos horas y media», relata.

Pero la pregunta en este caso era obligada. ¿Cuál es el secreto de esta tortilla para ser la mejor? Cruz recuerda que su abuela le aconsejó que en lo que hiciera fuera el mejor y tuviera el máximo de amor propio por él mismo. «Esa lección me la grabé a fuego pero lo he aprendido hace poco. Es complicado porque por mucho que te lo digan, a veces no lo vemos. Si tu consigues ver lo que vales y encontrar algo que se te da bien y explotarlo, que nadie te pare», remarca.

Asegura que la lección que más vale es la propia práctica, ya que «la vida y el día a día es lo que te va a hacer aprender». «Cuantos sacos de patatas habré pelado y cuantas tortillas habré hecho en mi vida después de 20 años como cocinero. Llega un punto que el procedimiento es matemático aunque puedes cambiar e innovar», señala este riojano.

La base de todo el proceso, explica, es tener cariño, haber hecho muchas cosas y haber metido la pata en muchas ocasiones porque «se aprende a base de tropezones». «La vida es la que te hace curtirte en tu profesión siempre y cuando la ames y no estés por estar», concluye.