Me lo temía. Se han dado cuenta de que las personas mayores aguantan mucho sin morirse, y eso es perjudicial para el equilibrio de las pensiones. La subida de las pensiones, y la enorme deuda de España, determina que, dentro de no muchos años, no habrá dinero para pagar al jubilado. No es extraño que se investiguen procedimientos para acabar con esto.
Lo de fusilar a todas las personas, al cumplir los 75 años, sería muy escandaloso, y se estudian procedimientos más disimulados y de una crueldad que no sea tan notoria. Uno de ellos es buscar la manera de que, el hombre o la mujer que cumpla 65 años, no pueda conducir su automóvil. Ponerle pegas. Examinarle con severidad. Y prohibirle que se siente al volante. Si el puñetero viejo, o la puñetera vieja, tiene fuerzas para trasladarse por una ciudad, incluso -¡horror!- ir de un pueblo a otro, que lo haga en transporte público. Vamos, que soporte en invierno la helada espera de media hora en la parada del autobús y, en verano, que a la salida del metro camine el kilómetro y medio que le queda para llegar a su destino, con una temperatura de 38 grados a la sombra. Esto, naturalmente, les acortará la vida, y eso de vivir como media hasta más de los 82 años se va a terminar en España, con lo que aseguraremos que nuestros hijos puedan cobrar algo de pensión, aunque sea magra, porque estos puñeteros viejos nos moriremos antes.
La excusa para esta medida de premeditado exterminio se basa en las estadísticas. Dicen que los mayores de 65 años tienen muchos accidentes. Y es cierto. Pero el porcentaje de accidentes entre los conductores de 18 a 24 años es mayor, y no se ha escuchado a ningún político barajar con la idea de que a los jóvenes no se les deje conducir hasta que no cumplan los 25 años.
¿Está claro? Dentro de un par de años, cuando vaya a renovar el carnet de conducir, viendo que soy de letras, me pondrán para resolver una ecuación de segundo grado, y, al que sea de ciencias, le preguntarán por la relación del yo y los otros, según Hegel. Y nos suspenderán.
Otro dato, aparentemente científico, es que los viejos mueren bastante en los accidentes. Claro. Y los niños. Pero ese porcentaje no provoca que la Dirección General de Tráfico prohíba que los niños viajen en automóvil. Porque vienes a por nosotros. Los puñeteros viejos.