El centro de penitenciario de Logroño se sitúa en el Camino Calleja Vieja, 200, bastante alejado de la zona centro de la capital riojana. Concretamente, estas instalaciones están a cinco kilómetros de El Espolón, que en coche se tardan escasos once minutos en llegar pero andando hay más de una hora de trayecto. Lo mismo ocurre con el parque Gallarza, otra zona concurrida del centro de la ciudad. En coche se recorre en apenas ocho minutos pero andando se tarda también más de una hora.
Estos son solo algunos ejemplos de la dificultad que supone acceder a la prisión de Logroño. Por ese motivo, diez organizaciones y asociaciones se han unido para volver a pedir que el Ayuntamiento de Logroño establezca la posibilidad de acceder a ella por medio del transporte público.
El presidente de una de las asociaciones que participa en este proyecto, La Tavaya, Marcos Montoya, señala que el transporte público de Logroño solo llega hasta el centro comercial Alcampo, y después, hay que hacer todo el trayecto hasta la cárcel andando, tanto por Los Salesianos como por el camino hacia el Monte La Pila, más de 40 minutos a pie.
Esta deficiencia de transporte público afecta a diferentes colectivos, desde los familiares de los presos hasta los propios condenados, sobre todo los que salen de permisos o tienen terceros grados. Montaya detalla que hay familiares que cuentan con un coche para acercarse hasta la prisión pero hay otros que «si no es con el apoyo de algunas asociaciones de voluntariado no podrían ir de visita». Relata el caso de una madre de un preso que presenta una discapacidad física, y que cuando va andando tarda mucho tiempo en llegar hasta la cárcel. «Si no la llevan en coche no puede ir», lamenta.
Otras personas que tienen problemas son las que han sido condenadas a penas alternativas o servicios a la comunidad, que tienen que subir a firmar todo el papeleo a prisión. También hay personas que les han condenado con la retirada del carné de conducir y no tienen posibilidad de hacerlo con su propio vehículo. «Es verdad que hasta el año 2013, las personas condenadas con penas alternativas si que tenían un local en el centro de Logroño donde hacían todas las gestiones pero ahora todo está en el propio centro penitenciario», indica.
Otros afectados son las personas que forman parte de asociaciones que realizan actividades en el centro penitenciario, quienes tienen que acceder con su propio vehículo.
Servicio de taxis. Otras ciudades ya han empezado a subsanar esta situación con sus respectivas prisiones. Montoya cuenta que Pamplona ha conseguido recientemente que se ponga un servicio de taxis con el que las personas que quieran ir o venir de la cárcel deberán pagar 80 céntimos o un euro.
En Cádiz pusieron una linea de autobús pero la peculiaridad es que los fines de semana se utiliza bajo demanda porque «mantener ese recorrido en fin de semana puede ser costoso», concluye.