25 años dan para hacer muchas cosas en la vida, y así lo pueden asegurar matrimonios, instituciones y asociaciones que han durado todo ese tiempo. Muchas historias, muchos cambios, muchas personas y muchas vidas ha habido y vivido durante todo ese tiempo.
En La Rioja, el Centro de Participación Activa de la Zona Sur celebra está de aniversario, ya que celebra sus bodas de plata. La directora del CPA y Centro de Día Zona Sur, María José Arenas «Coque», cuenta que este centro empezó como una iniciativa de los usuarios que querían tener otro centro como este en Logroño, ya que «en ese momento solo había tres».
«Fueron personas reivindicativas que pelearon mucho para crear esto. Los usuarios hicieron gran parte del trabajo porque ellos mismos se organizaban los cursos que hacían o los viajes», destaca.
Una de las personas más veteranas que ha trabajado en este centro es María Encarnación Martínez. Esta mujer ha estado 19 años como subalterna en este hogar y se acaba de jubilar, concretamente, el pasado 21 de mayo.
Relata que cuando ella empezó a trabajar aquí iban personas que tenían entre 70 y 90 años, de los cuales, «ahora muchos ya no están». «Pero hemos notado que ahora viene gente recién jubilada y hace otro tipo de actividades».
Recuerda que antes se iba al centro a jugar a cartas y a hacer algún curso o actividad para regenerar la memoria, en cambio, «ahora se hacen muchos cursos diferentes, como baile, gimnasia o informática».
Este centro ha vivido cambios y María Encarnación Martínez guarda alguno en su memoria, como cuando ampliaron el centro de día. «Cuando vine había un centro pequeño pero hace unos años lo ampliaron, así que ahora hay muchos más usuarios y mejores instalaciones. Fue una época en la que estábamos un poco desubicados con las obras», señala.
Asegura que va a echar de menos todo ahora que se ha jubilado porque «han sido muchos años y siento este centro como si fuera mi casa». «Echaré en falta el cariño de la gente y la actividad del día a día pero estoy feliz porque ahora tengo tiempo para hacer lo que quiero», subraya.
Otra figura importante es el actual presidente de la Junta de Participación, José María Fernández, cuya principal labor consiste en escuchar atentamente las opiniones que tienen los diferentes usuarios del centro. «Me dicen los problemas que encuentran y los traslado todos a la trabajadora social o a la directora», señala.
Cuenta que algunos de los problemas que le han transmitido están relacionados con la organización de las actividades. Explica que cuando se preparan los cursos, no se especifica que materias se van a impartir en cada uno de ellos, sobre todo en informática, por lo que «si se especificase lo que tiene cada curso sería más fácil dirigirse a uno o a otro».
Fernández fue nombrado como presidente a principios de este año pero previamente ha sido voluntario en el centro desde hace 16 años dando clases a otras personas en el taller de pintura. «Enseño a pintar y a perfeccionar el estilo», detalla.
Pintura. Los talleres de pintura que ofrece el centro están muy demandados y tienen usuarios que tienen experiencia en este arte y otros que no.
Este último es el caso de Blanca Sarabia, quien cuenta que es la primera vez que hace clases de pintura. «Me ha relajado mucho. Además, el grupo de personas con la que he compartido esta experiencia ha sido fantástico», destaca.
Esta mujer también ha hecho bailes en línea durante este curso, «que es una actividad fantástica y súper divertida». «El baile no lo quiero dejar el año que viene, al igual que la pintura, pero el problema es que asistir a estas clases depende del sorteo que se hace entre todos los usuarios», informa.
Este Centro de Participación Activa también cuenta con una serie de servicios para los usuarios, como el servicio de peluquería para caballeros y señoras. Una de las personas que hace uso de este servicio es Tomás Parrón, quien lleva muchos años viniendo al centro.
Este hombre lleva muchos años viniendo al centro aunque últimamente ha disminuido su asistencia. «Antes jugaba a la petanca, hacía clases de informática o venia a cortarme el pelo. El problema es que ahora el centro me pilla más lejos y vengo solo de vez en cuando a leer la prensa, tomar unos vinos en la cafetería y a que me corten el pelo», relata.
Otro usuario que se beneficia de los servicios del centro es Rafael Martínez, quien lleva tres años acudiendo a este espacio social. Principalmente va para jugar al billar con otras personas, «un deporte que se me da bien y con el que estoy recuperando sensaciones porque hacía años que no jugaba». También cuenta que ha ido a clases de bricolaje.
Pero este centro no solo se nutre de usuarios y socios, sino que hay otras personas voluntarias que organizan algunas de las actividades que se ofrecen. Es el caso de Conchi Pérez Castellanos, quien fue profesora durante más de 35 años en Madrid y ahora imparte clases de conocimientos básicos de educación Primaria en este centro.
Sus alumnos, indica, están «muy interesados» en temas como la ortografía y las matemáticas, en concreto, el cálculo, operaciones y un poco de geometría. También se enseñan monográficos sobre el cuerpo humano porque «les interesa mucho la salud», o de geografía para hablar de comunidades autónomas, capitales, ríos y montañas.
Subraya que la importancia de esta actividad es «vital» porque «vienen muy motivados porque son los que quieren aprender y demandan todos estos conocimientos. De hecho, según los temas que demanden, los preparo y los hacemos durante todo el curso», concluye Pérez.