Una finca por 2 euros y un hotel por 340.000

G.B.
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El catálogo de propiedades subastadas por orden judicial incluye de todo, aunque primen casas y fincas. La puja más pírrica fue la de un erial en Muro de Cameros, adjudicado en 2 euros

Los pisos y casas son el grueso de las subastas judiciales, aunque también se puja por vehículos y máquinas. - Foto: Ingrid

El precio no siempre es impedimento para convertirse en propietario de un inmueble, aunque se trate de un erial, una finca rústica de escaso valor como la que el pasado año se adjudicó en subasta pública judicial, ubicada en el término de Cavedin, en Cabezón de Cameros, por lo que un postor pago dos euros. El terreno formaba parte de un lote en el que había también una casa en Villamediana, cuya puja quedó desierta, y otras 21 parcelas rústicas repartidas entre Muro y Cabezón de Cameros, que sí se adjudicaron, con un precio en conjunto de 1.333 euros.

Es un ejemplo extremo de un bien de escasísimo valor y de la variedad de propiedades que se ponen a la puja en el Portal de Subastas, procedentes casi siempre de embargos o ejecuciones hipotecarias por impagos.

Si bien en las subastas que se celebran en La Rioja priman los pisos y casas de pueblos, además de garajes y fincas y solares, aparecen de vez en cuando otro tipo de inmuebles menos habituales, como los hoteles. El pasado año, se adjudicó por subasta un establecimiento hotelero de dos estrellas en la Calle Mayor de Santo Domingo de la Calzada, adjudicado por 340.000 euros.

Menos éxito tuvo la puja judicial en vía de apremio por otro hotel, en este de cuatro estrellas, situado en el polígono Fuente Ciega, en Haro, a subasta por orden del juzgado de la localidad jarrera y por el que no ofertó nadie. La cantidad que se le reclamaba el propietario era de 1,8 millones.

Además de inmuebles, se someten a subasta judicial no muchos, pero sí algunos vehículos, como un Citroën Picaso por el que se pagaron 3.700 euros en Haro en 2018 o por un todoterreno Jeep Gran Cherokee, adjudicado en 3.500 euros un año antes. Hay otros bienes objeto de subasta inmateriales, como dos créditos de 4.000 y 100 euros adjudicados el pasado año, o mucho más tangibles, como un molino industrial de marca Rokster, por quien alguien pagó en 2017 en Calahorra la nada despreciable cifra de 42.500 euros.

Con todo, las subastas judiciales son situaciones límite, porque lo más normal ante los impagos es tratar de vender directamente el bien para satisfacer todo o parte de la deuda, como explica el presidente de la Asociación Profesional de Expertos Inmobiliarios y conocido empresario logroñés del sector inmobiliario, Óscar Martínez Solozábal, que señala que esta vía suele resultarle más beneficiosa a los propietarios en apuros.

sin mafias. Martínez apunta que pese a todo hay inmuebles que acaban subastándose, un procedimiento ahora más controlado y con garantías, a diferencia de lo que ocurría antaño en algunos casos en los que en este sector se movían «mafias» que no dudaban en presionar e incluso en pagar a postores por retirarse de las pujas para asegurarse determinados inmuebles.