Cuando llegan los peregrinos a Logroño o cualquier pueblo de La Rioja que forma parte del Camino de Santiago, acuden al albergue que haya para dejar las mochilas y descansar de la larga jornada de ruta.
El presidente de la Asociación de Amigos del Camino, Juan Cruz Cabrito, cuenta que los peregrino suelen estar un solo día en los albergues municipales. «Aunque si llegan con una lesión y el médico les recomienda estar un par de días pueden hacerlo sin ningún problema», asegura.
Detalla que el albergue de Logroño tiene calefacción en invierno, aire acondicionado en verano, sábanas de un solo uso, y duchas con agua caliente y fría; además de que pueden hacer uso de una cocina completa. «No es un hotel de cinco estrellas pero está muy bien», subraya.
A pesar de tener todos estos servicios, Cruz reclama una ampliación y remodelación del albergue pero «se va a hacer poco a poco». Cuenta que en noviembre van a poder cambiar las duchas para poner unas más eficientes gracias a los fondos europeos Next Generation.
Recuerda que el edificio donde está ubicado es del siglo XVII y como albergue lleva unos 35 años. «En todo este tiempo no se ha hecho ninguna remodelación», apunta.
ampliación. Otra petición del presidente de la Asociación de Amigos del Camino es la ampliación de este edificio porque «Logroño tiene que tener un albergue más digno que este».
«Logroño es una de las ciudades más importantes del Camino de Santiago, por lo que hay que cuidar al peregrino», indica. «Si se hace esto, va a volver de turismo con su familia y amigos», asegura.
«El peregrino llega al albergue, se ducha, se da una vuelta por la ciudad y después, se va pronto a la cama porque madruga», explica. El caso es que estos suelen volver después de haber hecho el Camino.
Recuerda que el albergue municipal de Burgos cuenta con 180 plazas, mientras que el de la capital riojana tiene 68. «Yo no quiero tantas plazas como en Burgos, sino que con 80 me conformaría», solicita.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el Camino es el efecto económico que tiene en la ciudad por la que pasen los peregrinos. «El Camino no es barato, sobre todo en la restauración», asegura.
«Calculamos que un peregrino, sin hacer ningún exceso económico, se gasta una media de 45 o 50 euros diarios allá donde va», concluye Cruz.