El relato gestual, las miradas y la actitud de los dos acusados durante el juicio que sigue la Audiencia por el asesinato de Guillermo Castillo avanzaba desde sus primeros momentos que existía tensión. Las acusaciones mutuas entre ellos han debido abrir profundas heridas que, desde luego, están lejos de cicratizar. Declaraba en la sesión de ayer, la segunda, la pareja del detenido portugués cuando la mujer se refirió a que «tenía miedo de A.G.D. (el detenido español) porque es un chivato, una perra como se dice en la cárcel». El acusado aludido levantó las manos esposadas y respondió «que aquí la única perra es esta señora» mientras el portugués intentaba propinarle una patada. Los cuatro agentes, de inmediato, frenaban el conato de pelea mientras el acusado español se esforzaba en zafarse de los agentes para agredir a su ya examigo y excompañero de 'fumaditas', y más.
Todo ello en medio de la proximidad entre detenidos que habilita la sala 13 de la Audiencia Provincial. Resuelto a tiempo el leve conflicto, ambos detenidos permanecieron sentados, pero más distanciados.
Ambos habían esbozado ya, en apenas dos sesiones (el juicio está previsto hasta el día 19 de este mismo mes) de que 'cortarse', poco. En su correspondiente turno de declaraciones ambos se mostraron tan dispuestos a colaborar como a replicar en el tono necesario cuando las preguntas osaban incomodarlos. Incluso García Montes se dirigió en un momento de la sesión de ayer al detenido español haciendo gala de un tono firme, serio y contundente un «no le hablo a usted» cuando se aventuraba a interrumpir su interrogatorio.