La madre superiora del convento de Santa Clara de la localidad de Arnedo telefoneó a su homóloga de Belorado nada más conocer el incendiario comunicado emitido el pasado 13 de mayo. Sobre todo, por citar al convento de la localidad riojabajeña como otro ejemplo más del lío inmobiliario montado entorno a las instalaciones de las Clarisas del municipio beliforano. La priora del convento burgalés pidió disculpas y admitió su error, tal y como trasladó la siempre sonriente sor Valvanera.
Y su sonrisa delataba seguridad. A finales del pasado mes de abril el Gobierno vasco materializaba la adquisición del convento de Gernika tras su clausura hace ahora aproximadamente un año. Siete de las religiosas decidieron trasladarse a Arnedo y otras dos o tres a Salvatierra.
Los estatutos de la comunidad de las Clarisas establecen que la propiedad del convento, en el caso de Gernika también la iglesia y un terreno adyacente, es propiedad de sus moradoras. «Es nuestra casa», señalaba el martes la madre superiora del convento Santa Clara de Arnedo. Y así es.
El acuerdo de compra venta del Gobierno vasco se produjo con la comunidad de las Clarisas y no con la diócesis de Vizcaya como se publicó inicialmente. Es decir, tal y como confirmaron ayer desde la propia Diócesis vasca, «el importe es íntegramente para las monjas». Es más, la iglesia de Vizcaya ni, en concreto, la de Bilbao «nada tienen que ver con la compraventa del inmueble de Santa Clara de Gernika». Sor Valvanera, siempre con un gesto amable y conciliador, sabía perfectamente de lo que hablaba sin conceder ni un mínimo atisbo a la duda.
Error de Belorado. Es más, sabía perfectamente que la madre superiora de Belorado había errado y que el convento de Santa Clara del municipio arnedano estaba al margen de los líos inmobiliarios que sacuden el devenir en la localidad burgalesa.
De hecho, el montante no es para nada, despreciable. La compra de las instalaciones de Gernika aportan a las monjas de la comunidad de las Clarisas que cerraron el convento vizcaino un montante de 3,6 millones de euros.
Un gasto que dará pie al museo de la Paz. Por cierto, el acuerdo se materializó coincidiendo con el 87 aniversario del bombardeo de Gernika. Toda una declaraciones de intenciones.