El modelo turístico ha encendido un acalorado debate en algunos lugares de un país, donde no dejan de crecer el número de visitantes y la cifra de ingresos;fue el año pasado el motor de crecimiento económico, al representar cerca del 13% del PIB, unas cifras que, a tenor de los datos de inicio del año, todo parece indicar que se superarán esta campaña.
De este debate no es escapan las viviendas de tipo turístico, que experimentan un avance al que parece que no se puede poner freno, una polémica de la que, aunque con menor incidencia, no escapa La Rioja. A las quejas habituales que manifiestan vecinos agrupados en el Observatorio del Casco Antiguo de Logroño -véase su cuenta en X-, se suma también la Asociación Riojana de Hoteles, cuyo presidente, Demetrio Domínguez, señala que estamos «saturados» de 'viviendas turísticas' que, constata, los clientes no diferencian de apartamentos turísticos. «Lo resumo en una palabra, seguridad», afirma el hotelero que señala que esta masificación de 'viviendas turísticas' se ha convertido en un problema en todas las ciudades, acarreando consecuencias, como la despoblación de cascos antiguos, problemas de convivencia e incluso desalojo de los «pocos vecinos tradicionales», además, de subidas de alquileres o incluso eliminación de oferta tradicionales algunos servicios, como el comercio local.
El centro de la polémica - Foto: El DíaInsiste en su crítica y señala que la gran parte de ellas se ubican en edificios residenciales. «¿Qué derechos les otorgamos a los vecinos?», se pregunta Domínguez, que entiende que es una fórmula que destruye empleo y que encubre en muchos casos bajo una «economía colaborativa» una falta de pago de impuestos.
«El impacto no es elevado». Susana Díaz , presidenta de la Asociación de Viviendas de Uso Turístico en La Rioja (Arvutur), rechaza que el incremento haya sido tan elevado -un centenar según las cifras de la Consejería de Turismo en un año- y destaca que no es posible equiparar el impacto de este tipo de establecimientos en La Rioja con lo que sucede en otros lugares del país, como grandes ciudades o enclaves costeros; de hecho, el 63% de la oferta turística de la Costa del Sol son viviendas y apartamentos turísticos. «Se produce una alarma infundada, al no existir uno estudio certero sobre las que hay en funcionamiento ni sobre su impacto», argumenta Díaz, que entiende que la situación en esta comunidad no es preocupante.
Se defiende también de las acusaciones de que restan viviendas para los residentes y contraataca asegurando que su impacto no es relevante, al contrario de lo que sucede cuando se construye un hotel, «que resta suelo para edificar viviendas». «Se nos acusa siempre a nosotros, cuando no creo que seamos ni el único problema, ni el mayor», reflexiona.
Respecto al volumen de empleo que generan este tipo de establecimientos, reconoce que hay numerosos propietarios que se autogestionan, pero hay otros que echan mano de lavanderías u ofrecen un servicios turístico gratuito a la ciudad al prescribir restaurantes, bodegas u otros lugares de carácter lúdico o cultural. «Y luego están los impuestos que pagamos, que se quedan en La Rioja», señala la presidenta de Arvutur, a gusto con la normativa en vigor en Logroño que, no obstante, no cree que sirva de mucho al limitar los alojamientos a los primeros pisos o entresuelos, poco apropiados para atraer turismo de calidad. Asegura que se ha generado una «importante demanda» sobre esta altura, pero discrepa de su validez y considera que deberían gestionarse en función del número de vecinos por edificio o limitarse de acuerdo a las zonas. «Nuestro objetivo es gozar de una buena convivencia con los vecinos y, por supuesto, con la administración;somos los primeros interesados en que se regularice correctamente, lo que corregiría cualquier deficiencia que pudiera producirse», apunta.