Estas La UD Logroñés y sus aficionados viven en primera persona la eclosión de dos chavales de 20 años que han tirado la puerta abajo del primer equipo para hacerse un hueco en el once inicial y acaparar los focos de un equipo que experimenta «un proceso de crecimiento en el que todavía queda mucho margen de mejora», tal y como define su entrenador, Miguel Flaño.
Ellos son Said Ricardo de Moraes de Morais, o como todo el mundo le conoce, Riki de Moraes (Río de Janeiro, 2004) e Iván Garrido (Manresa, 2004). Extremo y centrocampista defensivo de la Unión Deportiva Logroñés y sumidos de pleno en ese proceso de crecimiento dentro de la entidad blanquirroja, pasando de jugar en el equipo filial en Tercera RFEF a asentarse, al menos en estas cuatro jornadas, en el once titular del primer equipo, una categoría por encima. Ambos llegaron la pasada campaña a la disciplina de la capital riojana, cuajando un primer año «espectacular en lo individual y en lo colectivo», comentan, para llevar a la UDL Promesas hasta el primer puesto del Grupo XVI, aunque no pudieran ascender debido al no ascenso de su superior.
«La temporada pasada aprendimos mucho con Yayo en el filial. Él nos depositó su confianza con minutos y se la pudimos devolver, yo al menos con goles y asistencias», recuerda Riki. Garrido le ratifica, añadiendo que «si en parte estamos aquí, es por el gran año que cuajamos el curso pasado». Ellos aterrizan en el vestuario de 'los mayores' este verano. El extremo brasileño ya era sabedor de que este curso contaría con ficha de primer equipo, no así Garrido que vino «solo para hacer la pretemporada».
No obstante, es el propio pivote catalán quien reconoce que «no hace falta que nadie te diga nada». «Tú lo vas viendo, ves que el míster cuenta contigo en la pretemporada, en los entrenamientos y que aumentan tus posibilidades de jugar y de ser importante para el equipo», afirma. Riki, al corte, apunta que «lo bueno de Miguel es que no mira la edad». Una de las máximas que expresa en rueda de prensa desde su primer día al cargo es que 'el verde pone a cada uno en su sitio'. Dentro del vestuario también lo tienen asumido: «Él ve quien está jugando mejor en cada momento. Quien esté bien, va a jugar. Pero para nosotros, los jóvenes, es realmente importante tener un entrenador que cuenta con nosotros», sin ser fichas que rellenan banalmente una plantilla, expone el de Río de Janeiro, formado en el Antiguoko y la Real Sociedad.
HASTA DE ESPALDAS. Sorprende detenerse a escuchar la madurez con la que conversan dos jóvenes que en un par de meses han protagonizado un crecimiento exponencial. Se conocen bien. Quizá demasiado bien. «El año pasado vivíamos juntos, en el mismo piso y la misma habitación de la residencia. Ahora uno vive arriba y otro abajo, pero seguimos viniendo juntos a entrenar en el coche. Entre nosotros vamos viendo en la rutina que te puede tocar salir de inicio, pero siempre comentamos que hay que aprovechar la oportunidad», detalla Garrido. «Salir ahí, ganarnos un puesto y que no nos muevan», destaca mientras Riki le ratifica apoyándose en su trabajo diario, «porque todo lo que has hecho el fin de semana anterior ya no cuenta». Finaliza la respuesta su compañero, argumentando que «al principio es lógico que en nuestro primer partido el resto de jugadores y la afición sean más benévolos con unos chavales de 20 años, pero con el paso de los partidos la edad no importa y hay que rendir en campo».
«Yo esto lo hablo con Riki», continúa Garrido. «Aquí no estamos por placer. Nosotros tenemos un objetivo en mente, que es llegar a lo más alto. Aunque seamos jóvenes tenemos que salir al campo y hacerlo lo mejor posible, intentando ser los mejores del equipo, sin importar nuestra edad». Enfrente de él, responde el extremo, expresando que en el campo «no hay que achicarse, hay que tener personalidad». «A veces te puede salir y otras no, pero disfrutar con el balón, encarar, combinar…». «Lo intento siempre porque en el partido donde más cómodo me siento es con el balón en los pies, así que para coger confianza necesito estar en contacto con él», se define.
Por conocerse tanto, se conocen hasta de espaldas. «Todo el año pasado jugando y viviendo juntos nos hace tener mucha más confianza con él que con los otros compañeros», subraya Garrido, quien apunta que con un par de vistazos ya sabe si Riki «está fino o no». «Lo vas conociendo en el campo y ya sabes qué va a hacer», indica. A su lado, el brasileño sonríe y asegura que sabe cuándo sí y cuándo no dar indicaciones a Iván. «Decirlo en el momento oportuno es muy importante para los jugadores».
Las tareas sobre el terreno de juego de Iván Garrido están mucho más ocultas de cara al espectador. «Con mi trabajo es más difícil lucirte. No sé si mi trabajo es más o menos complicado que el de Riki, pero mis tareas son mucho más difíciles de ver a simple vista. A tu parecer, puede ser que yo no he hecho nada pero luego si analizas el partido ves que siempre he estado bien posicionado, donde tenía que estar, cortando balones…», explica el centrocampista. Riki sabe que se habla de él «por su juego vistoso» pero se deshace en halagos a su compañero. "El trabajo de Iván es increíble. Él es fenomenal, si pierdo el balón, sé que tengo a Iván atrás que la va a robar. Y eso me da más confianza para la siguiente vez volver a intentarlo, porque sé que si me sale mal, él va a estar para ayudarme». Una amistad que va más allá.
MEJORÍA CONSTANTE. Han incrementado su nivel futbolístico a lo largo de los últimos meses, pero detrás de todo, son dos chavales con 20 años. Para seguir mejorando, Garrido tiene claro que «hay que venir aquí (a la Ciudad Deportiva) y entrenar cada día como si fuese tu último entreno». «Darlo todo de ti, intentar y probar cosas, sobre todo en entrenamientos en los que si fallas no pasa nada».
Ellos, como el equipo, atraviesan por un proceso de mejora. Y así lo sostienen ambos, a sabiendas «del gran margen de mejora que estamos experimentando». «Sabemos que seguir progresando nos hará llegar al máximo rendimiento y sacar los partidos adelante. Estamos haciendo las cosas bien y esto va a ir para arriba seguro», razona Riki. Y como en toda la charla, Garrido concluye con «lo más importante, que lo ves en los rostros de los compañeros y el cuerpo técnico, es que se ven ganas y hay ilusión. Con esto es mucho más fácil todo».