El patrimonio eclesiástico repartido por toda la región es ingente y su preservación todo un reto para la Diócesis y las instituciones riojanas. De activar la luz de alarma cuando la amenaza del paso del tiempo se cierne sobre alguna ermita y de preservar ese valioso legado se encarga el delegado episcopal de Patrimonio. Jesús Morga, un 'pochanquero' apasionado por el arte y la historia, tiene estos días trabajo extra para solventar los efectos colaterales del desplome de la torre de la iglesia de Viguera.
Hace tres semanas se venía abajo la torre de la iglesia de Viguera. ¿Se sabe ya la causa del derrumbe?
Se ha hecho la mayor parte del desescombro, pero queda aún una parte que cayó hacia una antigua capilla, la del Rosario, que se hundió en los años 60. Cuando se llegue a la zona de los cimientos veremos qué sale. Los trabajos están siendo lentos, por el volumen del escombro y por la accesibilidad a la zona.
¿Ese hundimiento de una antigua capilla puede ser un indicio de que el terreno es inestable?
Nosotros entendemos que en el terreno hay inestabilidad. De hecho, estamos haciendo seguimiento de unas grietas en la iglesia, que estaban siempre, pero que quizás ahora estamos todos con más miedo. Se han sellado para ver con esos testigos si hay corrimientos o no. Lo cierto es que la iglesia tiene grietas y el terreno sobre el que se asienta aquella zona de Viguera no es muy firme. La zona del coro se desmontó en su momento por unas grietas. Tenemos que esperar a ver lo que nos dicen los técnicos.
Se ha dicho que la idea es reconstruir la torre, pero no parece una obra barata. ¿Cómo se afrontará?
La verdad es que en este tema se trabaja bien con las administraciones y si no se puede hacer en una fase, podría ser en varias. Pero la cuestión es qué podemos plantear con los informes y las conclusiones, porque el Ayuntamiento de Viguera también ha encargado un informe geotécnico de toda la zona. Habrá que esperar las conclusiones para poder tomar decisiones sobre el futuro.
La caída de la torre causó graves daños en una vivienda y destrozó 4 coches. ¿Lo cubre todo el seguro?
Son cuestiones técnicas y han estado ya los peritos. Lo bueno es que todos los afectados, que son nuestro objetivo primordial, tienen seguros. Ellos han avisado a sus compañías, nosotros a la de la Diócesis, que cubre la parroquia. Para nosotros, lo primordial es que esa familia pueda volver a su casa y que la familia que ha perdido los coches reciba una solución para que puedan desplazarse al trabajo o a otros lugares, de manera que sus compañías les provean y luego la compañía de quien ha causado los daños, que es la Iglesia, cubra eso. Intentamos que esos afectados se sientan atendidos y arropados en todo lo que se pueda.
En la torre se hicieron obras en 2017. ¿Se le pedirá alguna responsabilidad a la empresa que las hizo o a los técnicos que las proyectaron?
Son cosas diferentes. En 2017 se intervino en el cuerpo de campanas de forma adecuada y con todas las aprobaciones de los técnicos, tanto de planteamiento, como de ejecución y final de obra. La intervención de 2017 se hizo bien y entendemos que no hay relación entre una cosa y otra. Es como si en una casa intervienes en las ventanas y luego te fallan las tuberías.
Este accidente ¿obligará a revisar el programa de intervenciones previstas en el convenio anual de ayudas con el Gobierno de La Rioja?
Hay mucho patrimonio, muchas intervenciones cada año y muchas ayudas. Una de ellas es el convenio Comunidad Autónoma-Diócesis, en el que se eligen una serie de obras. En el de 2025-2026 van varias torres. Ya se intervino en las de Navarrete, Briones y Nestares. Se interviene en aquellas en las que se ve una urgencia o una necesidad y la de Viguera no había manifestado nada. Si hubiéramos visto un problema, lo primero que habríamos hecho es acordonar la calle. En ese convenio, además de torres entran cubiertas, paramentos exteriores, muros...Luego hay otros convenios para retablos, órganos, piezas pequeñas, etc.
A raíz del derrumbe de Viguera, ¿se hará una inspección sobre el estado de otras torres e iglesias riojanas?
Ahora todo el mundo está viendo grietas por todos los sitios y de hecho ya nos han llamado varios alcaldes y párrocos. Lo que hacemos es encargar estudios. ¿Que lo de Viguera ha sido una especie de sirena de alarma y la gente está empezando a mirar con más detalle?, ¡pues bendito sea Dios! No se va a poder intervenir en todos los sitios inmediatamente, pero esto igual sirve para hacer una especie de sondeo rápido y ver cómo están las cosas.
¿Hay alguna que se sepa ya que entraña riesgo inmediato?
No hemos visto ninguna que manifieste una urgencia absoluta. Si fuera así, lo primero sería acordonar la zona. Necesitamos la sensibilidad de la gente, para que mire y a partir de ahí se vea la evolución de las cosas. Nosotros no podemos visitar semanalmente todas las grietas de iglesias y ermitas de la Diócesis. Pero los técnicos no nos han dicho que haya urgencia en ninguna otra torre. Está siempre la de Agoncillo, que se está inclinando y sobre la que hay un seguimiento. De hecho, en Agoncillo los técnicos no dicen que la torre sea especialmente urgente y se está interviniendo en bienes muebles interiores, en una capilla y retablos.
¿Los 600.000 euros que aporta el Gobierno regional, junto a los 100.000 que suma la Diócesis para mantenimiento de edificios eclesiásticos es una cifra razonable?
Estamos agradecidos, porque hay muchas líneas de subvenciones. Ese convenio es sobre todo para bienes inmuebles, para torres, tejados y muros, necesidades estructurales. Luego está la orden de ermitas, que la tramitan los ayuntamientos, muchas veces para bienes eclesiásticos, que son cantidades menores para inmuebles, pero también bienes muebles. Son partidas que no pasan de cien mil euros, pero arreglar un tejado de una capilla evita que una ermita siga deteriorándose. Y además hay convenios directos, nominativos, con cuantías grandes para edificios con valor muy singular, con fondos del Gobierno de La Rioja. Siempre es poco y se necesitaría más, pero agradecidos de todo lo que nos dan, porque el patrimonio de La Rioja es mucho y tratamos de cuidarlo bastante.
¿Cuántos templos y demás edificios religiosos tiene la Diócesis?
Miles. Ahí entramos en las iglesias parroquiales, pero luego están también las ermitas, cruceros...
Y están los monasterios.
Son propiedad de las órdenes religiosas y también lo cubre el Gobierno; por ejemplo, ahora se está interviniendo en el monasterio de La Piedad, de Casalarreina, que es de las Madres Dominicas; en Cañas, de las Cistercienses; en San Millán, de los Padres Agustinos; y luego están Suso y Santa María La Real de Nájera, que son del Ministerio.
¿Teme que la petición del Ayuntamiento de Morella (Castellón) de conocer el inventario de las 10 piezas religiosas que el general Espartero se llevó de su parroquia para entregárselas a la de Cenicero acabe en una reclamación legal?
Iremos estudiando lo que vaya viniendo en cada momento y, a día de hoy, lo que ha preguntado ese Ayuntamiento es si está eso ahí; se le ha respondido y nos hemos puesto a su disposición.
¿Cuántas piezas de ese tesoro faltan y qué ocurrió con ellas?
Hay un copón que no está localizado desde hace muchos años. Desde Patrimonio valoramos mucho lo que son los inventarios, que se van haciendo desde los años 20. En los años 70 había otro inventario, en torno al año 2000 se hizo otro y hace años que ese copón no está localizado. El resto está catalogado, inventariado y en uso en la parroquia de Cenicero. Esa parroquia quedó sin patrimonio fruto de la primera Guerra Carlista y la orfebrería que tiene ahora es fruto de la donación que hizo Espartero desde Morella.
Si Morella lo reclama, ¿se aceptaría la devolución de las joyas o habría que entrar en un pleito?
Vamos a valorar las cosas según vienen; ahora lo que nos han pedido es esto. Y nosotros estamos a su disposición y sin problema.
En sentido contrario, ¿hay piezas dispersas fuera de la región que la Diócesis pudiera reclamar?
Claro que tenemos patrimonio que salió en su momento, desde las Glosas a los marfiles de la arqueta de San Millán, que están en San Petersburgo. Lo de Cenicero es por la Guerra Carlista. Dicen que, en parte, la desamortización se utilizó para pagar los gastos de la guerra y provocó un caos patrimonial brutal. De hecho, la mayoría de los museos públicos están llenos de obra religiosa de monasterios y conventos en ruinas. Y a veces, se han rehabilitado, pero ese patrimonio ya no ha vuelto. Para nosotros es importante mirar hacia adelante, no lamernos las heridas o crear problemas con el pasado. También es muy importante el patrimonio del monasterio de San Martín de Albelda, que está en el Escorial, donde probablemente no te dejen ver los originales, salvo que sea para una investigación importante; sin embargo, vas al Ayuntamiento de Albelda y te sacan unos facsímiles maravillosos. Y está la virgen de Villavieja, de Nalda, en el museo Marès, en Barcelona. Patrimonio que no está en su ubicación original hay mucho.
Y está la desaparición de patrimonio por robos. ¿Hay muchos casos?
Lo importante es presentar denuncia y hacer inventarios. Desde la Delegación de Patrimonio, en colaboración con las instituciones, hacemos un seguimiento. La última buena noticia fue la recuperación de la puerta del sagrario del retablo de San Torcuato. A día de hoy estamos detrás de otros dos robos, uno de varias piezas, y otro de una sola. La Guardia Civil ya nos ha avisado, pero lleva un proceso farragoso. Afortunadamente, estaban inventariadas y hubo denuncia. La Guardia Civil trabaja en ello, pero una parte de ellas está en el extranjero y eso lo complica.
¿Y están localizadas?
La Guardia Civil lo sabe, pero ahí te mueves en anticuarios y a veces aparecen en casas de subastas en países diferentes, con diferentes legislaciones;es complicadísimo llegar al final del ovillo, aunque las piezas estén localizadas.
¿Qué piezas son?
Unos relieves de una ermita que robó Erik el Belga.
Recientemente se detuvo a un ladrón en la catedral de Calahorra. ¿Falta seguridad en los templos?
El patrimonio más valioso está bien custodiado y los templos grandes tienen su seguridad. Y en pueblos pequeños donde tienen alguna pieza especialmente singular, en unión con los ayuntamientos, tenemos alarmas y cámaras.
La Iglesia riojana tiene un ingente patrimonio. ¿Se han planteado alguna vez promover una magna exposición al estilo de Las Edades del Hombre de Castilla y León?
En algún momento 'La Rioja tierra abierta' hizo un planteamiento de este tipo. Nuestra Diócesis tiene su idiosincrasia; somos dos catedrales y una concatedral y hay templos maravillosos, como San Miguel del Alfaro, Santo Tomás de Haro, Santa María la Real de Nájera, Briones...No hay una cabeza única que aglutine y que deje a mucha distancia a las demás. Creo que lo que hay que hacer es potenciar esos lugares y crear una red de exposiciones. La emblemática es la de Santo Domingo; si consiguiéramos que eso estuviera en otras cinco sedes tendríamos una red permanente de un patrimonio para exponer y ofrecer a la gente. Y luego se pueden hacer exposiciones temporales, pero a un nivel más adaptado a nuestra realidad. Ahora estamos planteando una con patrimonio diocesano, que se anunciará este año.
En Calahorra se anunció la intención de crear un museo diocesano, con la catedral y el palacio episcopal. ¿Cómo está ese proyecto?
Estamos trabajando y si Dios quiere próximamente daremos noticias. Tenemos infraestructura y patrimonio suficiente para abrir al turismo la catedral. Al ser la primera sede de la Diócesis, Calahorra tiene una buena catedral, una palacio con gran riqueza y las iglesias de San Andrés y Santiago, más los museos de la Romanización y la Verdura. En San Andrés estamos preparando unas estancias anejas a la iglesia para ofertar una exposición que complemente a lo que se podrá ver en la catedral y el palacio. Lo más inmediato será la catedral, con el barroco de la girola, la obra pictórica y la colección de cobres de la sala capitular, el claustro y con la subida a la torre. En esta primavera se hará una oferta concreta.
En Logroño se firmó un convenio con el Ayuntamiento para restaurar la torre de la iglesia de Santiago y hacerla visitable. ¿Cómo está esa obra?
Se dejaron de hacer visitas porque hubo desprendimientos. Se está actuando ya sobre ella para consolidar el bien y poder abrir al turismo la subida a la torre. Además, trabajamos en una publicación que sería la referencia sobre esta iglesia.
En La Redonda se han realizado intervenciones, pero quedan problemas. ¿Hay planes para atacarlos?
En La Redonda tenemos diferentes problemas. La última gran intervención ha sido en la Capilla de los Ángeles, que ha quedado espectacular. Donde está el Cristo de los Labradores, que da hacia la zona de la calle Portales, hay unas humedades que tenemos que ver. Y este año se intervendrá en la iluminación. Hay que trabajar en las fachadas laterales y también hay un proyecto para los retablos de las capillas laterales.
La revisión del proyecto Bosonit, para rebajar la altura del edificio, ¿ha sido un alivio al ser colindante con la iglesia de Palacio?
Eso es, porque ahí entraban varios factores, la proximidad a Santa María de Palacio, que tiene máxima protección, pero también el casco antiguo y el Camino de Santiago. Nosotros dijimos que la aguja de Palacio es, arquitectónicamente, quizás el elemento más singular de Logroño y el planteamiento de Bosonit era rompedor. Pero somos solo una parte de muchas otras instituciones que entendían que había que replantear el proyecto y así se ha visto.
El Gobierno riojano consolida las ruinas de la iglesia de Rute, en Ventas Blancas. Cerca, está San Prudencio; ¿es viable intervenir en ese monasterio para salvar lo que queda?
Ninguna de ellas es nuestra. Pero es lo poco que queda de instituciones fundamentales en la historia de La Rioja y todo lo que se pueda hacer, hay que hacerlo. Rute es un monasterio visigótico origen de San Prudencio, ya que su comunidad se desplazó a monte Laturce. De Rute solo queda un arco, pero ya se está interviniendo y al menos que no vaya a peor. En San Prudencio habría que desescombrar y ver lo que queda de la zona de la cripta donde estaban las reliquias, que está colmatada de escombro. Y habría que consolidar las ruinas porque hay peligro de que puedan caer. Pero a nosotros como Diócesis eso se nos escapa.