Bretón nació de una muralla

Bruno Calleja Escalona
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La calle Bretón de los Herreros tiene su origen en la desaparición de uno de los muros que guardaban la ciudad. Se llamó también Calle de las Escuelas por albergar un colegio femenino

Imagen de la calle Bretón de los Herreros, con la torre de la iglesia del antiguo Seminario al fondo a la izquierda, en el lugar donde hoy está la esquina del reloj de Ibercaja. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

Por distintos motivos, la calle Bretón de los Herreros está de máxima actualidad. La peatonalización la transformó y hoy es un eje principal, muy transitado por logroñeses y visitantes. Sin embargo, durante siglos esta arteria fue la muralla y extrarradio de la ciudad.

Las murallas acompañaron a la evolución las ciudades desde la Edad Media y Logroño no es una excepción. El trazado de las murallas urbanas ha ido adaptándose a los cambios urbanos. Una de esas modificaciones se realizó tras el cerco de 1521, con el fin de adecuar las murallas a las nuevas técnicas de artillería y asegurar la ciudad, dada su posición cercana a la frontera con el antiguo reino de Navarra. Para ello, se construyeron cubos, de los que solo ha sobrevivido el del Revellín, aunque se sabe que cerca de La Gota de Leche hubo otro más pequeño. Durante la II Guerra Carlista, las murallas fueron ampliadas, aprovechando en algunos casos materiales preexistentes, como las piedras de la iglesia de San Blas.

Sin embargo, esa reforma duro poco y a mediados de siglo, el Ayuntamiento se planteaba ya derribar los antiguos muros para crear nuevas calles y avenidas. Y en ese proceso de desaparición de la muralla está el origen de la calle Bretón de Los Herreros. 

En el actual cruce de Bretón de los Herreros con Capitán Gallarza se alzaba una de las puertas de la ciudad, la de San Blas, que tomaba el nombre de la parroquia homónima, dándole a la muralla el nombre de Ronda de San Blas o Muro o Cortina de San Blas.

Tras la desaparición de los muros, su lugar fue ocupado por edificios de viviendas firmados por conocidos arquitectos, como Francisco Luis y Tomás o Maximiano Hijón. La nueva calle se llamó Las Escuelas, ya que en lo que luego fue el Palacio de Justicia se alzaba un colegio de niñas. Esa denominación perduró durante todo el siglo. El nombre actual lo recibió el 11 de enero de 1902. 

La llegada del ferrocarril y la apertura del Teatro Quintana, en 1880, hicieron de esta nueva arteria un referente. La instalación del Reloj de Bergerón y después el de la Estación de Autobuses la convirtieron en un eje muy transitado. Con la ampliación urbana, adquirió su aspecto actual. Después de la Guerra, se edificó el Palacio de Justicia en el solar de las Escuelas Viejas. En 2009 la calle fue peatonalizada y adquirió el aspecto que luce hoy.