La guerra arancelaria iniciada por Donald Trump ha dejado numerosos damnificados, y además del vino, hay otros soldados heridos en la batalla. Tras el Rioja, la agroalimentación exportó cerca de 17 millones -entre preparados de carne, pescado, hortalizas y verduras-, mientras la maquinaria facturó 11,5 y el caucho llegó a los 9,3 millones en Estados Unidos.
Eduardo Pérez, presidente de la organización agraria ARAG-Asaja, reconoce que los gravámenes extienden la incertidumbre en el sector porque los gravámenes no solo afectan vino y aceite, sino a los cárnicos, el cereal o la soja. «Todo el mercado se ve agraviado y el sector primario que no tiene nada que ver con las guerras geopolíticas se ve también afectado», señala el viticultor, que recuerda que Donald Trump ya impuso aranceles al vino en su anterior mandato. Confía en que, en esta situación, tanto la Unión Europea como el Gobierno de España manejen sus herramientas diplomáticas al más alto nivel para garantizar la economía de un sector de importancia fundamental en La Rioja.
«Es muy temprano para ofrecer una valoración del impacto, aunque presumiblemente, en el corto plazo, será reducido y en el largo , está por ver», señala Daniel Rueda, secretario general del Clúster de Automoción de La Rioja, que considera que se necesita más tiempo para evaluar el impacto de los gravámenes en el sector del automóvil, que solo vendió el 5% de los fabricados en Europa a Estados Unidos, un volumen cuya evolución no se atreve a vaticinar una vez aplicada, en este caso, una carga del 25%.
Rueda asienta su creencia en lo que se refiere a La Rioja en que en el caso de los componentes, el producto vinculado con la automoción que se fabrica en esta comunidad, son pocas empresas las que se dirigen directamente a Estados Unidos. Ahora bien, reconoce la dificultad para medir cómo afectarán los aranceles a los clientes de los fabricantes riojanos, esto es, las marcas de automóvil «porque no sabemos si estarán dispuestas a abonar dichos aranceles», un desconocimiento que impide realizar ningún tipo de estimación.
Confía en que tendrá un efecto limitado y reducido, al menos en el corto plazo, aunque no descarta, eso sí, que las ayudas de la Unión Europea propicien que la pérdida de mercado en Estados Unidos se compense en Europa, de tal manera que «lo que se pierde en uno se pueda ganar en el otro».
Cambio de paradigma. Sheila Argaiz, jefa del departamento internacional de la FER, reconoce el impacto directo en diferente empresas -el año pasado exportaron 441-, y alude también al cambio de paradigma en el orden económico internacional, reventando los comerciales. «Es una mala noticia, que afecta a los diferentes bloques económicos y habrá una reconfiguración de los diferentes flujos comerciales», reflexiona Argaiz, que apunta que tendrá consecuencias también entre las compañías que no tienen entre sus destinos el norteamericano. «La unidad de acción de la Unión Europea es más necesaria que nunca porque es la única fortaleza que podemos tener», razona.
Reunión. El Gobierno de La Rioja mantiene hoy una reunión con representantes de la FER y la Cámara de Comercio para abordar de manera conjunta las consecuencias para las exportaciones riojanas de los nuevos aranceles del Gobierno estadounidense.
Precisamente, el presidente, Gonzalo Capellán, reconoció ayer su preocupación, aunque aseguró que mira con «serenidad y tranquilidad» la guerra comercial porque los vinos riojanos «de calidad, están muy asentados» en el mercado de Estados Unidos. Además, ha garantizado que trabajarán para «potenciar otros mercados alternativos».