El Rioja se juega 72 millones con los aranceles de Trump

Feli Agustín
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Es el producto más afectado por los gravámenes de EEUU, el segundo mercado en valor de la DOCa, que acarreará la pérdida de competitividad de las bodegas, que perderán ventas y ajustarán márgenes

Trabajos de embotellado de vino en una bodega riojana. - Foto: Óscar Solorzano

Como si de una de las grandes películas de Hollywood se tratara, avance, thriller y gran estreno, el presidente de Estados Unidos ha cumplido todas los capítulos hasta la noche de la gran premiere de lo que ha denominado Día de la Liberación, con lo que ha desatado la mayor guerra comercial desde el crack de 1929.

Enemigos y aliados, socios y adversarios, nadie ha escapado de las agresivas medidas aranceles de Donald Trump, que han despertado un rechazo global, hundido las bolsas y dibujado un nuevo orden mundial de imprevisibles consecuencias. A la espera de que hipotéticas futuras negociaciones puedan minorar los daños, el gravamen impuesto a todos los productos de la Unión Europea se eleva al 20%, arancel que tendrá también consecuencias en la economía riojana, que el año pasado vendió a Estados Unidos por valor de  116,8 millones de euros.

El mayor volumen lo suponen las bebidas,  cerca de la mitad de la facturación, con 54,7 millones, de los que al vino de la DOCa hay que atribuirle 45,6, tras anotar una subida de l6,7% respecto al año anterior. La aplicación de cargas acarreará consecuencias a un producto que tiene en Estados Unidos su tercer mercado en volumen y el segundo en valor. En concreto, esta Denominación vendió algo más  de 10 millones de litros, el 16% de todo el vino español, por un importe global de 72 millones de euros.

La Federación del Vino ya ha avisado que el gravamen pondrá en riesgo 400 millones en exportaciones de vino español, que comercializó el año pasado por un valor similar a un país que es su segundo mayor destino y el primero en el caso de los espumosos.

La respuesta también ha sido contundente desde el sector del vino riojano y José Luis Lapuente, director general del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada (DOCa), ha calificado la decisión de Trump como un paso más «en la dirección equivocada», fruto de unas estimaciones que carecen  de sentido, medidas «represivas» abocadas además a fracasar en sus objetivos de alcanzar la soberanía económica. 

Aunque lejos de las primeros anuncios de Trump - «Estados Unidos impondrá un arancel del 200% a todos los vinos, champanes y productos alcohólicos procedentes de Francia y otros países representados por la UE», amenazó el mandatario- el director general del Grupo Rioja, Íñigo Torres, firme defensor del libre comercio, no esconde que  la imposición de aranceles pondrán otro palo en las ruedas a un sector que pedalea por un camino lleno de baches.

Afirma que se trata de una «mala noticia», que acarreará perdida de competitividad por una doble circunstancia, un aumento de precio consecuencia de la imposición de aranceles, lo que disuadirá a los norteamericanos de su consumo, y la obligación de las bodegas a realizar un «mayor  esfuerzo comercial», esto es, ajustar márgenes de beneficios, para lograr que el incremento no se desboque.

El representante del principal colectivo de la Denominación argumenta que la afección puede agudizarse en términos de pérdida de competitividad respecto a otras zonas vinícolas del globo, primero los vinos americanos, que no están sujetos a los aranceles, y también con los de otros países con gran presencia en el país norteamericano, como Argentina, Australia o Chile, que se enfrentan a gravámenes del 10%. Reconoce, eso sí, que no perderán el ritmo respecto a otros grandes comercializadores de vino europeo, como  Francia e Italia, que estarán sometidos a la misma carga que España.

 En un escenario mundial ciertamente complicado para el vino, apela a la Unión Europea a que «mantenga la cabeza fría» y retome las negociaciones con Estados Unidos -Bruselas prevé hoy la primera reunión con Washington, a pesar de las duras palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen- con el fin de evitar una escalada que  alcanzaría tintes dramáticos. «Hay que trabajar para que se relaje el ambiente y levantar los aranceles para alcanzar un comercio justo de carácter global», apela Íñigo Torres.

Lapuente estima que el vino de Rioja, «con nombre y apellidos» ofrece una exclusividad difícilmente sustituible, aunque no esconde que las cargas impuestas pueden acarrear serias consecuencias económicas.

No obstante, considera que hay tiempo para la negociación y, al respecto, señala que están promoviendo en las organizaciones representativas en el ámbito internacional  el desarme arancelario del vino y espirituosos para dejar el producto libre de cargas con carácter permanente. «Las alternativas, como medidas paliativas, deberían venir cuando se hayan agotado las vías de negociación», apunta el director general del Consejo Regulador.

Precisamente ayer, el grupo interregional del vino del Comité Europeo de las Regiones (CdR) secundó la petición del Gobierno de La Rioja a la Comisión Europea para que el sector vitivinícola quede excluido de la guerra arancelaria con Estados Unidos

Nuevos mercados. En medio de este afán de Donald Trump,  «que ha decidido volver al proteccionismo del siglo XIX», según el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, la apertura de nuevos mercados no parece tarea fácil.

«Estados Unidos supone el 14% del valor de la exportación de Rioja y  entorno al 13% en volumen», informa Torres, que considera que no es un país fácilmente sustituible. Insiste en que se trata de un destino relevante para la DOCa en un momento de reducción del consumo en el contexto global. Avanza, eso sí, que trabajarán para minimizar los daños en el mercado estadounidense, con la búsqueda de destinos alternativos que puedan paliar, al menos en parte, esa pérdida de competitividad.

Lapuente, que coincide en el carácter estratégico del mercado estadounidense, señala que todos los mercados «ya están conquistados», aunque hay margen para profundizar en algunos con querencia a Rioja, como Latinoamérica.

Dífícil de calibrar. Los aranceles impuestos durante el primer mandato de Donald Trump ya recayeron sobre el Rioja, aunque Íñigo Torres incide en las importantes diferencias sobre los nuevos gravámenes.

Recuerda que afectaron únicamente a vinos menores de 14 grados, de tal manera que muchos de los tintos por encima de esta gradación estaban libres de aranceles, no eran homogéneos -había países que no estuvieron sujetos-, al igual que espumosos, que también quedaron al margen. 

«Era un escenario completamente diferenciado, en medio de la pandemia, lo que dificulta en gran medida calcular el impacto que tuvieron durante el primer mandato de Trump», apunta el director general del Grupo Rioja, que tampoco aventura el efecto de los actuales. «La UE debe negociar con Estados Unidos para volver a la normalidad y a un comercio sin barreras arancelarias», concluye Torres.