La base militar de Agoncillo cumple este año un siglo de vida. El 4 de septiembre de 1924 dos aviones De Havilland, uno de ellos pilotado por Eduardo González Gallarza, dieron el pistoletazo de salida al aeródromo, que llegó a contar con su propio campo de fútbol en Logroño.
Tras la inauguración del Aeródromo de Recajo, este enclave militar sirvió también para recreo de los logroñeses, que pudieron ver competiciones y pruebas deportivas aéreas. Tras la Guerra Civil y la creación del Ejército del Aire, la Maestranza Aérea y la Escuela de Formación Profesional crearon equipos de fútbol que despuntaron en el panorama deportivo nacional.
Antes de 1943, la Maestranza y la Escuela contaron con sus respectivos equipos de fútbol, que acabaron fusionándose. El nuevo club jugó su primer partido en Las Gaunas contra el Beasain, con victoria local. Ese año, ya como Club Deportivo Maestranza se proclamó campeón de Guipúzcoa. Su primer entrenador fue Gaspar Gurruchaga.
Como relata el cronista Jerónimo Jiménez, durante la siguiente temporada el equipo adquirió los terrenos de Las Chiribitas para construir sus propias instalaciones, que además del campo de fútbol contemplaban canchas de baloncesto, pistas de tenis y salones de baile. El campo de Las Chiribitas se inauguró el día de San Mateo de 1944. En este acto, el Club Deportivo Maestranza jugó contra otro equipo militar de Madrid. Sin embargo, pese a este acto, el primer partido oficial se disputó el 1 de octubre contra el Arenas, de Zaragoza. El 12 de noviembre, el Club Deportivo Maestranza volvió a Las Gaunas para enfrentarse al Club Deportivo Logroñés. Un año después, en 1945, el encuentro se repitió en Las Chiribitas, también con empate: 1-1. En el Maestranza jugó Miguel Muñoz, que hacía la mili en Agoncillo y llegaría a ser jugador y entrador del Real Madrid y seleccionador nacional.
Pese a los logros que cosechó, el Club Deportivo Maestranza desapareció en 1950. Sin embargo, el campo de Las Chiribitas permaneció, junto a las casas de los oficiales de Aviación, hasta 1962, cuando se reurbanizó la zona para la construcción del polígono de Cascajos y nuevas viviendas, además de la Parroquia del Buen Pastor, obra de Gerardo Cuadra. En la actualidad, en parte de su terreno se sitúa la Plaza Luis Braille.