Dora, una pastora alemana de casi 11 años, vislumbra una merecida jubilación como perra detectora de drogas en la Guardia Civil, tras una década de exitosa carrera profesional en La Rioja, según ha resaltado a EFE su guía, César Fernández.
Fernández es uno de los 225 guías del Servicio Cinológico y Remonta (SECIR) de la Guardia Civil, que trabajan en toda España con 230 perros detectores de drogas, 211 de explosivos y otros 99 especializados en seguridad y rescate.
En La Rioja este servicio cuenta con tres guías y cinco perros: cuatro para detectar droga y otro para rescates.
En las instalaciones del SECIR, ubicadas en El Pardo (Madrid), se ubica el Centro de Adiestramiento de Perros (CADEPE), donde entrenan a varias razas, principalmente pastor alemán, pastor belga malinois y labrador.
"Lo que buscamos son perros seguros, sin miedos, que tengan un alto instinto de caza y de presa", ha relatado este agente cántabro destinado como guía en La Rioja desde 2011.
Socialización y adiestramiento
En la formación de un perro para este trabajo, Fernández considera "fundamental" la etapa de "socialización", que se extiende desde los dos meses tras el destete de su madre hasta el año, más o menos.
Ha explicado que estos perros trabajan en entornos "un tanto complicados", como discotecas, conciertos, autobuses llenos y controles de carretera, por lo que tienen que subir escaleras, pisar suelos resbaladizos o estar en lugares con mucha gente.
"Si el perro no ha tenido un periodo de socialización exitoso, planteará problemas" al tener que enfrentarse a esos entornos.
Después, ha explicado, hay que establecer "el vínculo" entre el futuro guía y el perro, lograr "un lazo de unión" con el fin de conocerse y que su trabajo se desarrolle "con éxito".
En este proceso es importante inculcar al perro unas normas básicas de obediencia para que aprenda a quedarse quieto cuando el guía se lo pida.
La siguiente fase es el adiestramiento, que con Dora se centró en la detección de drogas, por lo que su guía le enseñó a asociar el olor a una sustancia con un refuerzo positivo con juegos y comida.
Aparte de los perros entrenados para identificar drogas, explosivos o personas, hay otras muchas subespecialidades, como detectores de cadáveres sumergidos, cebos envenenados, papel y moneda oficial, acelerantes de fuego y el olor al que se quiera asociar una recompensa.
Dora, una perra "de 10"
Tras realizar el curso de guía en 2008, este agente tiene actualmente a su cargo a Coca, de 5 años, y Dora, ya veterana, que cumplirá 11 años en febrero y está a punto de "jubilarse".
Dora participó hace años en el Plan Fénix, un programa de acogida temporal en familias voluntarias impulsado por la Guardia Civil para facilitar la socialización de los cachorros tras su destete, que en su caso fue "un completo éxito".
De hecho, Fernández aún mantiene contacto con la familia de acogida de Dora, que vive en Madrid, a la que le envía recortes de prensa "con sus éxitos" y si se pone enferma, también se lo comenta.
A lo largo de estos diez años de trabajo, Dora ha mantenido un nivel "de 10" en todas sus intervenciones y, aunque su guía no ha querido concretar la cantidad de todas sus aprehensiones de droga, su perra es de las mejores y por sus méritos ha sido propuesta para la concesión de una medalla.
"¿Qué será de Dora cuando se jubile?. Pues la primera opción siempre es ofrecer el perro a su guía y ese será su futuro, porque ha sido mi compañera de trabajo durante muchos años", ha indicado.
Coca, el relevo
Desde hace 5 años, este agente también cuenta con Coca, una 'springer spaniel inglés', una raza que no se suele utilizar en la Guardia Civil, pero que la usa mucho la policía británica.
"Coca es un caso especial porque la compré yo, la adiestré y después se la presenté a la Guardia Civil. Tras revisarla, pasar un examen y superar unas pruebas, se convirtió en perra oficial", ha precisado.
Coca, pura energía, es una perra "extraordinaria" para su guía, quien ha encontrado en ella el mejor relevo para Dora.