Agustín González (Zaragoza, 1991), con ese nombre, estaba condenado a las artes escénicas. No tiene el carácter mal encarado del homónimo actor pero sí su vis cómica y mucha mano izquierda. Cuando se viste de gala, Agustín se convierte enTinín el Mago, figura mucho más reconocida sobre los escenarios riojanos.
Descubrió la magia desde bien pequeño y, desde entonces, lleva prendado de este arte. «Con 7 u 8 años vi en directo a un mago zaragozano, Javi, y me quedé enganchado». Tal fue su obsesión que lleva, profesionalmente, dos décadas en esto. «Empecé con doce años», rememora. La magia, en su caso y en su casa, es una cuestión familiar ya que su hermano Oihan Palacín es también campeón de España.
De los muchos tipos de magia existentes en la actualidad, Tinín se dedica a «la cómica o la magia infantil-familiar». Los más pequeños son sus espectadores privilegiados y eso conlleva sus pros y sus contras: «Es cierto que los niños son muy agradecidos pero no siempre es fácil trabajar con ellos. Si ven algo raro te lo dicen y no se cortan nada».
En la magia infantil destaca como referente «a Kayto» mientras que pondera el nivel de ilusionistas que hay en España: «JuanTamariz, Héctor Mancha, Miguel Muñoz, Javier Antón... Hay muchos referentes». De todos estos subraya su admiración por Tamariz, al que como tantos otros descubrió en la tele (él también se inspiró viendo «el Club Megatrix») «y que a sus 81 años sigue formándose y aprendiendo».
De hecho, y aunque cree que uno «nace mago porque tienes que tener una inclinación natural al espectáculo», la magia, el ilusionismo es pura transpiración. «Hay muchas horas de ensayo, de pruebas, de errores». Aunque no es fácil vivir de su oficio, él ha conseguido «un ten con ten» en una disciplina que, en su opinión, «no solo es un arte sino que es la reina de todas las artes», se emociona recordando lo que el cine («Méliès fue ilusionista antes que cineasta»), el teatro y el circo tienen de espectáculo mágico.