Vanesa García Urbina (Logroño, 1978) nos cita en El Palmeral, templo gastronómico del que es fija «desde hace tres años». Aquí no solo realiza su pausa matutina (o vespertina) sino que nos acomoda en su despacho 'oficioso', dado que este coqueto local de la Calle Portales es escenario de sus tertulias, presentaciones e, incluso, espacio de coworking.
Lleva veintidós años de ejercicio aunque dedicó el inicio de su carrera profesional a una empresa de trabajo temporal. Pero en 2009, en su año trabajando en la Embajada de España en Ucrania, tuvo una iluminación («inspiración», en sus propias palabras) que le trajo de vuelta a Logroño.
Su blog Ganas de vivir nació durante su estadía en Kiev y desde entonces ha tenido tiempo para coloborar en diferentes medios regionales (todos los viernes la pueden ver en 7 Magazine de La 7 de La Rioja), ayudar en diferentes asociaciones (CruzRoja, Cáritas, Hospital Imaginario, etc.) y participar en tres libros colectivos: Y eso, ¿cómo se come?(Hyggelink, 2021), centrado en los recursos humanos; LQI. Líderes que inspiran. Bienestar Integral Personal (GrupoPercepciones, 2023), orientado al desarrollo personal; y LQI. Empleabilidad (GrupoPercepciones, 2023), cuyo título es de lo más explicativo.
Es una psicóloga apasionada de su trabajo y, en cierto modo, atípica pues «me gusta el trabajo en equipo y colectivo», explica de una profesión cuyo ejercicio suele tener carácter individual. Como muchos de sus pares, aboga por «acercar la psicología de una forma amable» y ha hecho del «desarrollo personal, que requiere una dedicación diaria» su ámbito de especialización.
Vanesa García Urbina apura su latte y su tarta de queso («está de muerte», se relame) antes de señalar que uno de los males del siglo XXI «es la salud mental».«Esta lacra», informa, «y la prevención de la soledad no deseada» son en su opinión los «mayores retos» a los que se enfrenta su profesión.
Ella, a través del asociacionismo y su ingente labor altruista, aporta su probado conocimiento para limitar estos males aunque asume, y se pone seria, «que los riojanos vamos menos de lo que deberíamos al psicólogo». Y, cuando vamos «lo hacemos tarde». «Nos cuesta reconocer que tenemos un problema», se despide consciente de que es vital, y por eso dedica tanto esfuerzo a ello, «acercar la psicología a la sociedad».