Hubo alumnos que la utilizaron tan mal que pude demostrarlo haciendo las mismas preguntas a la inteligencia artificial, y suspendieron porque eso es fraude académico», cuenta Alberto Escalante Varona, profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de La Rioja.
«El curso pasado la llegada de ChatGPT arrasó con todo, encontré muchísimos trabajos que se habían elaborado usando la herramienta porque eran muy similares, y no porque se hubiesen copiado unos a otros» detalla.
Fueron tres los alumnos que suspendieron su asignatura por el uso fraudulento de la herramienta, «los suspendí y presenté denuncia al Departamento y Decanato, porque pude demostrar que usaron ChatGPT». No obstante, asegura saber de su uso en entre un cuarto y la mitad de los 80 alumnos que integraban su asignatura «pero no tenía forma de demostrarlo».
El índice de suspensos en aquella convocatoria fue del 70%, algo que, destaca, «jamás me había ocurrido», lo que le hace suponer que existe una relación directa entre el uso de la inteligencia artificial y el número de suspensos, «las respuestas al examen fueron generales, repetitivas entre todos ellos y muy poco relacionadas con lo que les pedía».
Asegura que la inteligencia artificial «ya se ha asentado» entre los alumnos de la universidad, así lo detecta Escalante, que afirma que «lo utilizan automáticamente, veo en clase que lo están utilizando y lo hacen sin miedo y sin reparo».
Con él coincide Natalia Ollora, profesora de Didáctica de la Expresión Corporal en la Universidad de La Rioja, quién también pudo detectar el uso de inteligencia artificial en su asignatura, e incluso sus propios alumnos llegaron a reconocérselo.
«El alumnado a veces ni es consciente de que esto no puede ser» indica Ollora, y es que el problema viene cuando la herramienta deja de ser un apoyo y se convierte en una productora, «se puede utilizar como medio, pero no para hacer el trabajo entero».
A pesar de las repercusiones negativas que la IA está teniendo, Ollora considera «no podemos verla como un problema, pero sí como un reto». Lo que, indica, conlleva cambiar metodologías, herramientas y estrategias ya que, «no podemos negar que existe».