«Hemos logrado un acuerdo que beneficia a Logroño». El alcalde capitalino, Conrado Escobar, salió a la palestra el pasado tres de junio para anunciar de primera mano, y sin poder disimular su satisfacción, el entendimiento con la empresa tecnológica, un asunto que se había convertido en una de sus preocupaciones recurrentes. Las duras negociaciones entre ambas partes habían desembocado en un documento por el cual la empresa se comprometía a bajar las alturas de su nueva sede junto a la iglesia de Santa María dePalacio, lo que solventaba los reparos de diversos organismos como Icomos, a cambio, eso sí, de obtener nuevos aprovechamientos urbanísticos en una parcela cercana.
Seis meses después de aquella comparecencia, y cuatro desde que el Pleno diera luz verde al convenio definitivo, Bosonit todavía no ha dado el paso para hacer patente su compromiso, es decir, todavía no ha estampado su firma en él. Al parecer, en conversaciones con el alcalde, supeditó la rúbrica a tener más avanzada la tramitación administrativa; no en vano, el documento establecía un plazo de dos meses para que la mercantil presentara en el Ayuntamiento la modificación del Plan General necesaria para llevar a cabo la transformación de toda esa parcela. Es obvio que, de haberlo suscrito en su momento, ya lo estaría incumpliendo.
Desde el Ayuntamiento restan importancia a este rechazo, lo achacan a las vicisitudes propias de este tipo de acuerdos y siguen confiando en que la empresa cumplirá todos sus compromisos. Esta demora contrasta, sin embargo con la aparente urgencia que tenía Bosonit para poder construir su nueva sede. En aquel entonces, cuando Icomos y otras instituciones como la Real Academia deBellas Artes de San Fernando alertaron de la afección del proyecto presentado por el arquitecto Kengo Kuma al patrimonio protegido, la empresa apeló a la importante inversión y a la creación de nuevos puestos de trabajo que podrían perderse si se producían retrasos en el plan de construcción previsto.
Entre ambas fechas, además del tiempo ha transcurrido un cambio accionarial en una empresa que no ha podido acallar los insistentes rumores sobre una posible venta. Este periódico intentó ayer, sin éxito, conocer la versión del CEO de Bosonit, Manuel Sáenz Barrio.
Otros plazos que también deberían empezar a contar
La presentación de la modificación del Plan General para desarrollar el proyecto de la nueva sede no es el único plazo que debe cumplir Bosonit según el convenio firmado con el Ayuntamiento. Allí también se especifica que dos meses después de la aprobación definitiva del cambio en el planeamiento solicitará licencia de conjunta de obras y actividad para ese nuevo proyecto, y 24 meses después de la concesión de ese permiso, deberá solicitar licencia de primera ocupación y funcionamiento. Por último, dos años después tendrá que estar en funcionamiento el total de la instalación empresarial.
«Y en prueba de conformidad, ambas partes firman el presente convenio a la fecha de su firma electrónica, como queda indicado en su encabezamiento». Así finalizaba la memoria justificativa del proyecto de convenio entre el Ayuntamiento y Bosonit que aprobaron los concejales en el Pleno y que hoy por hoy todavía es papel mojado por la falta de la firma.