Autoetiquetarse y autodiagnosticarse se alza como una nueva moda entre los menores. Su origen está en las redes sociales, y el consecuente aumento de perfiles de 'influencers' o personas que comparten sus propias experiencias en relación a un trastorno o enfermedad, que se viralizan y alcanzan a este tipo de audiencia. En consecuencia, los menores actúan buscando más información sobre lo que han visto en redes sociales, dando lugar a la emergente 'cibercondria' o 'hipocondria digital', términos que, aunque todavía no tienen una denominación médica oficial, ya son populares entre la comunidad de psicólogos.
«Una tendencia bastante anómala hoy en día viene de la mano de los influencers, gente sin rigor ni conocimiento médico, o que ya han pasado por diferentes tipos de situaciones y comienzan a explotar estos temas, entonces el adolescente empieza a pensar que eso es lo que le pasa, sin haber pasado por el rigor de un profesional que pueda hacer un diagnóstico real», indica María Pilar Berzosa Grande, profesora del Grado de Psicología de UNIR y ponente del Congreso Internacional 'Prevención y tratamiento familiar para la mejora de la salud mental infanto-juvenil'.
Las preocupaciones entorno a la salud no son propias de esta etapa vital, sin embargo, cada vez son más los menores que llegan a las consultas por este tipo de problemáticas, «ha habido un aumento en las conversaciones sobre estos temas» confirma Berzosa, «yo he tenido una paciente que me decía 'mi amiga es bipolar pero yo soy más bipolar que ella', ¿Cómo es eso? ¿Cómo se puede ser más o menos bipolar? Es una de las cosas que más nos alarman hoy en día cuando trabajamos con la gente joven, porque no es lógico que empiecen a aparecer tantos y todos con el mismo perfil y el mismo cuadro».
Más de la mitad de los adolescentes riojanos, concretamente un 50,2%, afirman haber sufrido algún síntoma de ansiedad, tal y como recoge el estudio de 'Bienestar psicológico y salud mental en la adolescencia riojana 2022' elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad de La Rioja (UR).
Es precisamente el perfil ansioso la característica principal de los adolescentes que desarrollan este trastorno. «Son adolescentes ansiosos y rumiantes que empiezan a concentrarse en determinados síntomas y los van buscando hasta que, aunque sea de manera psicológica, los encuentran y se retroalimentan entre ellos hasta convencerse de que lo padecen, cuando incluso muchos de esos problemas ni siquiera se pueden diagnosticar en la adolescencia, son trastornos de adultos».
Atiborrados de información. «El acceso a una información desorganizada y sin filtro, sin la capacidad para discernir qué puede tener mayor o menor validez, es algo que genera problemas especialmente a los niños y adolescentes, que son más vulnerables» señala Juan Cruz Rada, vocal de psicología educativa y de nuevas tecnologías en el Colegio Oficial de Psicología de La Rioja.
Su profesión le convierte en testigo directo de los efectos que el auge de las tecnologías y redes sociales han desencadenado entre la población adolescente, y que se traslada hasta las consultas riojanas. «Los menores han cambiado mucho, nos enfrentamos a una realidad diferente porque tienen un acceso enorme a información y de una manera que generan situaciones complejas» destaca Cruz Rada, señalando cómo ahora «un niño de 8 años en una situación complicada puede buscar perfectamente palabras como 'problemas' o 'conflicto', y encontrar a partir de ahí miles de artículos científicos, de periódicos, foros... con lo cual a partir de lo que lean les generará su pensamiento».
Cruz Rada asegura que la búsqueda descontrolada de sintomatología o problemas relacionados con la salud es «una necesidad cada vez más excesiva» que deriva en el autodiagnóstico del menor y en un proceso de 'autoetiqueta' que desencadena la creencia de estar padeciendo la enfermedad.
Ante estas situaciones, alerta el psicólogo de la precaución a la hora de tratar a los adolescentes, poniendo especial precaución en no victimizarlos, «si alguien que está mal le digo que con la actitud se mejora, probablemente se sienta peor, porque a ellos les encantaría tener una actitud positiva pero no pueden».
En muchas ocasiones,la problemática tiene su origen en el entorno más cercano del adolescente, «nos encontremos con que las familias se han atiborrado de información y que también han atiborrado con esa información a los menores».
Prevención. Es, señala Berzosa, la vía para abordar estos casos cada vez más alarmantes, «no todo el mundo puede hablar de salud mental, hay que impulsar foros científicos que hablen de cómo actuar desde una evidencia, prevención en los colegios, prevención emocional», y destaca la importancia de «no demonizar las tecnologías, pero saber usarlas porque son herramientas poderosas».
En esta línea de prevención y tratamiento se desarrollará el Congreso Internacional 'Prevención y tratamiento familiar para la mejora de la salud mental infanto-juvenil', organizado por UNIR y la Asociación Española para la Investigación y el Desarrollo de la Terapia Familiar (AEI+DTF), con más de veinte ponentes más cuatro internacionales, y que tendrá lugar del 22 al 24 de enero tanto presencialmente como online para garantizar el acceso a todo el mundo ya que, como dice Berzosa, «la situación preocupa, es un tema en el que hay que intervenir cuanto antes».